martes, 24 de enero de 2012

Todo sobre mi madre (reflexiones post atracón)


Hola, hola! Justo cuando todos pensaban que me estaba pudriendo en mi departamento como esas dos pobres viejas en Recoleta, NO, aquí escribo este post para reafirmar que sigo viva!

Qué pasó? Bueno, por supuesto, la cagué. Luego de mi último reporte, que había sido 65,4kg, me fui el fin de semana de visita a casa de mis viejos. Muchos eventos sociales, sumados al “calor materno” canalizado a través de la comida, y me puse más de un kilo en dos días. Sí, se puede ser así de animal. Ahora no me acuerdo bien, pero creo que el lunes a la mañana ese  me pesé y clavé 67.

Me puse en regla inmediatamente y ajusté el cinturón. Ese miércoles al grupo de Ravenna apenas y con lo justo llegué a denunciar un “igual”, pero al menos me hice cargo de decir que no fue un “igual” porque la dieta no está funcionando, o “no estoy tomando suficiente agua, se ve”, como dicen algunos cara-rotas. Dije que la había cagado, que ir a casa de mi vieja generalmente me trastoca todo. Y no en la forma en que cualquiera pensaría (léase, comida casera si se trata de una madre aplicada, o comida chatarra si se trata de una madre sin dotes culinarios). Por suerte no me dieron oportunidad para explayarme, porque ya estaba terminando la sesión.

Qué pasó con mi vieja? Bueno, luego de 30 años de darme el peor ejemplo del mundo en materia alimentaria (exceso de peso crónico, comida chatarra ilimitada casi como gracia, cero balance nutricional, atracones permanentes de comida, sedentarismo absoluto, problemas de auto-estima o de imagen que ni les cuento, etc) ahora resulta que adelgazó. Creo que en parte fue debido al efecto contagio que produjo en ella el hecho de que yo el año pasado bajé casi 12 o 14 kilos. En ese momento, que yo dejé de pegarme a la mierda de ejemplo suyo y tomé mi rumbo, hice un esfuerzo consciente de no dejarla inmiscuirse en mis decisiones de comida ni en mi percepción de mi imagen corporal. No quería su condicionamiento, no quería sus prejuicios, sus experiencias pasadas, ni nada de eso que impactaran sobre mi dieta. Funcionó. Y eventualmente ella se pegó a mi ejemplo y bajó, lo cual me alegró inmensamente. Pero mientras yo este año tuve mis bajones y volví a los 68-69s (cuando rondé los 62-63s), mi vieja adelgazó fuerte. Guarda, tampoco es que se convirtió en role-model, a ver… Yo luché todo el año tratando de lograr un balance, un punto medio, un equilibrio, que finalmente no encontré, pero le re puse huevo. Y hasta podría decir que en parte no estuve tan mal, porque hasta septiembre me mantuve re bien, y cuando me empecé a ir de tema, no me puse mil kilos sino que supe frenar a tiempo. Como creo que ya expliqué, también me pasó algo curioso que fue sentirme horriblemente gorda en un peso de 69, que el año pasado había marcado el comienzo de sentirme divina. Es decir, subí el estándar, ya no me voy a dejar ir como antes nunca más.  Por contraste, mi vieja tuvo una recaída de varios meses en los cuales se mandó un atracón atrás de otro, se puso de nuevo todo lo que había bajado y algo más (y hablamos de 20-25 kilos, no 5), luego de lo cual retomó y bajó. Pero volviendo al fin de semana: ella está flaca como nunca, y quiero decir nunca, en los 30 y pico años que la conozco. Mientras tanto, yo ando desmejorada y queriendo levantar cabeza. Y qué hizo: se puso a pontificar. Con el dedito en el aire decidió hablar desde la autoridad moral que sólo puede tener quien ha sido flaco 15 minutos y pretendió darme cátedra sobre cómo adelgazar. No sólo eso sino que me ofreció mi ropa de gorda que llevé a su casa y que le dije que no quería volver a usar en mi vida. Hace un año mi ropa de gorda era mi mejor ropa, que ella recibió con brazos abiertos a medida que yo iba bajando de peso y me iba quedando grande, y ella también iba bajando de peso y por primera vez entraba. Ahora esa ropa le queda grande, y me la vuelve a ofrecer a mi, la gorda que tuvo la recaída. Se le escapa la sutileza? No lo creo. Mi vieja será muchas cosas, pero no es pelotuda, y tiene años de gorda y otros tantos de psicoanálisis, así que sabe el dedo en el culo que me estaba metiendo.

Qué hice como reacción? Lo que cualquiera hubiera hecho en mi lugar, llevarle la contra. “No me digas lo que tengo que comer, yo sé perfectamente lo que tengo que comer, y voy a comer lo que quiera, y eso incluye todo lo que se me cruce por el camino en todo el fin de semana, y otras cosas también, que iré a comprarme adrede para mostrarte que no me controlás!” Muy racional, no? Si, yo también tengo que volver a terapia, evidentemente. Es que aunque sé que mis problemas de peso son míos, porque yo soy la que abre la boca y morfa, en el fondo reconozco el germen de mis problemas de imagen en verla ser gorda mientras yo crecía. Pobre, no? Ella seguramente luchaba con sus propios demonios, pero lamentablemente todo impacta sobre los hijos. Había un doble mensaje por ahí escondido, porque mientras nos trasmitía “querete como sos”, eso era válido siempre y cuando fueras flaca, pero si sos gorda no valés un mango. Si de chica hubiera empezado con sobrepeso el mensaje hubiera sido “ponete linda para que la gente te quiera, porque gorda sos un sorete”, que era como ella se trataba a sí misma.

Y también hay algo de competencia. Ella siempre fue gorda que yo recuerde, así que nunca compitió conmigo, porque nunca pudo. Ahora la tortilla se invirtió y de repente vuelan las hilachas por los aires… No sé. Será que la que compito soy yo? Será mi auto-estima la que está herida porque ella está flaca? Tiendo a pensar que no, porque finalmente puedo salir a la calle al lado de ella y no sentirme abochornada de que la gente nos ve y piensa “the apple doesn’t fall far from the tree”.

Fin de la digresión (y del atracón). Volví a mi rutina luego de ese fin de semana, volví a la vianda, y me dejé de joder. Y vengo bien. Hoy pesé 64,5 kg. Estoy a un kilo y medio de la meta inicial, y luego veré cómo sigue esto, si decido bajar un poco más o si decido intentar mantenerlo. Recién cuando pisé los 65 en punto dejé de sentirme horrible y empecé a verme mejor, pero sigo disconforme. Creo que la diferencia con el año pasado es que no retomé el gimnasio, y aunque la grasa disminuye, la masa muscular no se incrementa y me veo como un montón de gelatina. Ahí claramente está la meta de la etapa que se viene. 

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