miércoles, 30 de noviembre de 2011

Flor de palo (y sinceramiento)

Dicen que un tropezón no es caída. Bueno, no sé, yo me di un flor de palo este fin de semana, y estoy pagando muy caro las consecuencias.

El jueves fue mi última entrada, y hoy es miércoles. Soy relativamente nueva en esto de escribir y leer blogs relacionados con la pérdida de peso, pero si hay una estadística que no falla es que cuando un blogger desaparece es porque se fue a morfar. Eso es lo que estuve haciendo yo. No es que estuve "viviendo" la vida y la dieta quedó en un segundo plano. No, activamente hice todo lo que pude para sabotearme y atracarme con comida.

El jueves, como les conté, había banquineado levemente, producto de cierta falta de disciplina y compromiso, aunque nada grave. Todavía estaba a tiempo de enderezarme y retomar, porque la motivación estaba. Pero el viernes intervinieron otros factores, esta vez emocionales (aren't they always...). Una frustración amorosa --llamémosle-- y una (o varias) de índole laboral. Esa noche terminé volcando, con picada, cerveza, y más picada y más cerveza. El fin de semana largo me agarró deprimida, totalmente desmotivada, sin energía y aletargada por el atracón, y fundamentalmente, sin comida sana en la heladera. Así que me mandé un atracón de comida chatarra atrás de otro, abusando del delivery y encima, gastando una millonada de plata. Ayer retomé el trabajo pesada, culposa, con la cara hinchada como un boxeador por la retención de líquidos, y bastante "gaseosa" (y sí, el atracón no es gratis...). No pude frenar, y a la salida del trabajo fui directo al chino de enfrente a mi casa a stockearme de porquería. Con el estómago y el pecho tirante, sin poder respirar, recibí un llamado de unos conocidos para salir a tomar algo. Acepté, y le apilé un kilo más de comida arriba de los varios que ya cargaba. Terminé sintiéndome tan mal que consideré vomitar. Fui al baño, hice todo el ademán, pero ya se ve que la cosa estaba a medio digerir y no logré devolver más que un poco de bilis. Lo cual fue un poco un alivio porque hubiera sido mi primera vez con una conducta tan abiertamente patológica y bulímica.

Esta mañana no daba más. El desgaste físico y emocional de la forma en que me castigué todo el fin de semana me mató. Corté con la locura y comí lo siguiente:

  • Almuerzo: milanesa de soja con calabaza.
  • Media tarde: una pera y dos cafés con leche.
  • Cena: dos salchichas light y puré de calabaza, y dos ciruelas chicas de postre.
Yuck!
Fuente: obeseliving.com
No sé si contarlo como una victoria realmente porque la verdad es que siento que tengo todo el tracto digestivo lleno hasta arribita de todo, así que aunque hubiera querido continuar con otro atracón, no hubiera siquiera tenido capacidad física para hacerlo. Todavía me siento como la misma mier**. Una vez vi en National Geographic que los obesos, cuyos órganos digestivos se agrandan sustancialmente a lo largo del tiempo, acumulan grandes cantidades de comida sin digerir en el cuerpo. Como el proceso digestivo se vuelve más lento, sumado a las grandes cantidades consumidas, la comida llega a pasar varios días en el organismo, llega pudrirse ahí adentro y hasta puede causar intoxicación. Te mostraban la radiografía del sistema digestivo y se veían las masas de comida sin digerir. Bueno, eso siento yo.

Espero mañana sentirme un poco mejor, y no tan deprimida y desmoralizada. No sé si pesarme o no, porque tengo miedo de ver un número muy horrible y tirar todo al carajo otra vez. Por otro lado, si no me peso, puedo hasta creerme que este fin de semana de locura no tuvo consecuencias graves y seguir pelotudeando.

Lo que tengo claro es que hasta que no me sincere completamente en este blog, es lo mismo que nada. Así que he tomado tres determinaciones:

  • Voy a dejar de ocultar el número de kilos, cuánto bajé, cuánto peso, etc. Flor de pavada. A ver: mi peso en el 2006 era entre 65 y 68 kilos, y con bastante esfuerzo. Llegué a pesar 82 kilos en febrero de 2009, mi peor momento. Luego deambulé todo el 2009 en las proximidades de los 74 kilos. Para diciembre de ese año bajé a 67 y no lo podía creer. Pero en el invierno del 2010 volví a subir como hasta 76, peso en el cual toqué fondo de nuevo por noviembre de 2010. Ahí empecé mi dieta en serio y mi nutricionista me indicó que debía fluctuar entre 64 y 66 como peso normal. Bajé hasta 64 kilos, pero luego quise seguir bajando, y llegué a los 60,5 kilos en abril de este año. Luego lentamente me fui dejando ir. Debo haber raspado los 70 cuando decidí empezar este blog. En un par de semanas de desintoxicación logré bajar a 66,5 kilos, peso que registré en mi tablita la semana pasada. Hoy, luego de 5 días de atracones, debo estar en 69 de nuevo. Ok, basta de estupideces, mañana me peso.
  • Voy a escribir aunque me haya mandado una gran cag***. No vale anotar lo bueno y desaparecer cuando las cosas no me salen como quiero. Ojalá tuviera más lectores (if any) así siento que estoy rindiéndole cuentas a alguien.
  • Voy a dejar el anonimato, EVENTUALMENTE. Todavía no estoy lista para este último ítem, pero creo que este blog sólo me va a servir como instrumento de "accountability" cuando me de vergüenza (propia y no ajena) si me desvío de mis cometidos.



viernes, 25 de noviembre de 2011

Un paso para adelante... medio paso para atrás. History of my life


Shame on me
Fuente: jessekstrom.blogspot.com

Bueno, ayer me mandé la primer gran cagada. Comilona gratis y no me pude resistir (al  menos no a todo). No me conecté ni registré lo que había comido porque me daba mucha vergüenza, qué fiasco que soy. Diez días de dieta y ya tiro todo por la borda a la primera de cambio que no tengo control sobre el menú que se me pone en frente. Débil...

Hoy vengo acá a dar la cara, pasar en limpio lo que impunemente decidí comerme y responsabilizarme por mis actos. Siento que me estoy confesando mis pecados, pero el problema es que nadie me manda a hacer penitencia!!! Como por el momento creo que este blog sigue sin lectores, en realidad estoy haciendo trampa y no hay un verdadero arrepentimiento. Por lo que valga, acá va mi reporte:
  • Desayuno: as usual, café + yogurt
  • Almuerzo: una porción chica de asado con ensalada (hasta ahí todo bien), crumble de manzana y bocha de helado de postre (comí todo menos parte de la manzana), tres copas de vino
  • Media tarde: media porción de cheese cake y una cerveza (o dos), más un poco de picada (papitas, sobre todo)
  • Cena: mila de soja con calabaza (podría haber compensado con un caldito y a la cama, no? Se ve que no es mi estilo)

Esta mañana me costó un huevo volver a la buena senda, y as we speak me estoy comiendo un casette de queso.
  • Desayuno: café + yogurt + jugo de naranja
  • Almuerzo: berenjenas gratinadas y puré de calabazas
  • Media tarde: media medialuna y una manzana, y el mencionado casette de queso
  • Cena: todavía nada, ya veré

Todo indica que llegué a una meseta de cierta comodidad y automáticamente implementé el modo sabotaje. Se viene un fin de semana largo, espero no empezar a pavear porque el verano no es misericordioso y la voy a pasar mal!!!!

La parte que me da vueltas en la cabeza de todo esto es que releo la lista de lo de ayer y no me parece tanto. Estimo que una persona "normal" podría permitirse un día así tranquilamente, y luego retomar la rutina diaria, compensando con un día un poco más tranqui al día siguiente. Pero no es mi caso. Yo estoy --supuestamente--  a dieta, y no en mantenimiento, sino a dieta, es decir, pretendiendo bajar de peso. Y aún así comí todo lo que comí. Cuando esté en mantenimiento (si llego algún día) ¿qué más que eso me voy a permitir comer? 

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Saldo de la semana 1: muy positivo!!


Yeaaahhh, man!!!
Fuente foto: cadiz.nueva-acropolis.es
Comprobando la teoría de mi post de ayer, hoy recibí el primer comentario de que me ven más flaca. La remil… Sí, la gente se da cuenta! Y así como se da cuenta de que estoy bajando, se dieron cuenta de lo que subí. Y me ven fluctuar, alegremente.

Pero bueno, al menos el esfuerzo no es en vano. Semana 1 superada y el total bajado es de… dos kilos y medio!! Y un poco más también porque no me pesé el primer día. Es lógico, dado que venía a atracones voraces, y al pasar de 100 a 0, el cuerpo respondió. Se anota en la tablita. La semana próxima me va a costar el doble, y va a ser necesario una de dos cosas, o la combinación de ambas: ajustar un poco más la porción o complementar con algo de ejercicio.

Va lo que comí hoy, para no perder la costumbre:
  • Desayuno: yogurt + dos cafés con leche
  • Almuerzo: canelones de verdura y salsa de tomate casera (suena gordo, pero era una porción chica y cero aceite)
  • Media tarde: un durazno y una ciruela
  • Noche: una milanesa de soja con calabaza 

Estoy exactamente parada sobre el peso que mi nutricionista del año pasado me puso como cota máxima. Se suponía que una vez en mantenimiento mi peso podía fluctuar en un rango de dos kilos. Así que es un alivio saber que estoy de nuevo en un peso “aceptable”, al menos en términos de BMI. Por supuesto, esto es solo el comienzo. El año pasado cuando llegué a este peso, después seguí bajando. Llegué a la cota mínima y luego bajé tres kilos más. Léase: tengo cinco kilos más por delante todavía. Sé que suena a muy poco, y alguien podrá decirme que ese sobrepeso no es un problema de peso serio. Sin embargo, no dudo de que tengo un desorden alimenticio: restricción, atracón, restricción, atracón, no es una dinámica sana. El real desafío no es bajar estos cinco kilos que me quedan, que puedo hacerlo antes de terminar el año, sino mantener un peso aceptable a lo largo del tiempo. Ese es mi meta para el 2012. Era mi meta para el 2011, pero no tuve éxito. Ensayo y error. La próxima vuelta tendré más herramientas, más información, más conocimiento de mi misma y mis limitaciones, y este blog, mi nuevo grupo de apoyo. Si hay alguien leyendo, dejen un mensaje! Así no me siento tan sola!!
¿Hay alguien ahí?
Fuente foto: fotolog.com


martes, 22 de noviembre de 2011

La mirada de los otros...


Reporte diario exitoso, sigo sin pecar a pesar de haber tenido muchas oportunidades al efecto.
  • Desayuno: same as usual, no cambio ni el gusto del yogurt ultimamente
  • Almuerzo: milanesa de soja con calabaza
  • Merienda: una ciruela, una manzana chica y un café con leche
  • Cena: me jugué y salí de mi rutina, preparé pechuga de pollo al curry con zanahorias, todo en papillote, gourmet total! En un rato me voy a cortar una tajada de sandía. 

Tobillos, where are thou?
Fuente: hightechhealth.com.au
Me veo la cara menos desfigurada por la gordura, sin tanta hinchazón. Cuando hago episodios de atracón la retención de líquidos al día siguiente es espantosa, al punto que no sé cómo caretearla ya con maquillaje. Se me achinan los ojos, se me rellena completamente el párpado y me crecen los cachetes que da miedo. Bueno, por suerte todo eso va mejorando. Otra cosa que noto es que se me marca más la clavícula y la parrilla (así denomino yo a los huesos que se ven en el espacio entre las tetas, que en mi caso, al tener bastante poco y estar muy separadas, tiende a verse bastante cuando adelgazo). Por supuesto el problema mayor (pun intended) sigue en sus dimensiones usuales (mi traste, por supuesto), los tobillos están perdidos hace tiempo debajo de grasa localizada sin remedio, y las piernas siguen regordetas y tipo maceta. Las cachas están a pleno todavía, así que en cuanto me ponga una pollera y traspire un poco me voy a paspar hasta el hipotálamo. Pero bueno, algo es algo. Siempre se adelgaza de arriba para abajo (y en mi caso nunca llego a bajar todo lo que tengo que bajar de abajo…).

A pesar de que yo ya un poco lo noto, no sé si la gente alrededor mío se da cuenta de que estoy bajando de peso, y hasta preferiría que no lo noten mucho. Me acuerdo que en terapia, una vez que hablé del tema de mi sobrepeso, la mina me preguntaba por qué no podía asumirme como era, por qué la necesidad de taparme, ocultarme bajo un montón de ropa. Yo respondí que porque mi cuerpo me avergonzaba, y que la ropa amplia ocultaba lo que odiaba de mi. Me sorprendió su respuesta, me dijo que era muy omnipotente de mi parte pensar así. ¿Cómo omnipotente? Todo lo contrario, pensé yo. Pero cuando me lo explicó, le di la razón. Es muy omnipotente creer que uno puede controlar lo que la gente percibe de uno, la forma en que otros nos ven. Es obvio que aunque me ponga la ropa más amplia del mundo, la gordura se ve!

El médico nutricionista que empecé a ver inmediatamente después de que me “dieron de alta” de la terapia (era terapia por objetivos, ergo de corta duración), me dijo que el gordo es una persona fuera de control. Descontrolada en su alimentación, en sus emociones, en todo. Eso, sumado a lo que me había dicho la psicóloga, hizo que llegara a la siguiente conclusión: la gente se da cuenta, y no lo puedo evitar, que engordo y que estoy fuera de control de mi misma.

Recuerdo la bronca que me dio llegar a esa realización. Odié darme cuenta de que la gente me puede leer como a un libro abierto a través de mi peso. Odié participar al mundo de mis emociones, de mi impotencia para lidiar con mis frustraciones, mis inseguridades, y mi vida en general. Y yo pensando como una idiota que mi gordura me blindaba emocionalmente: sí, en efecto, estando gorda no me expongo emocionalmente a que me pase nada, pero al mismo tiempo mi gordura le muestra al resto mi absoluta imposibilidad de controlarme emocionalmente. Odio sentirme vulnerable, y en ese momento me sirvió de motivación para adelgazar pensar que de esa forma me volvía menos trasparente a que me juzgaran.

Alguien se la cree?

Se acerca Navidad, y estaba pensando qué me iba a poner, por lo cual recapitulé qué me había puesto en los últimos años, haciendo memoria de los últimos tres vestidos. A muchos de mis parientes los veo sólo esa vez al año, y estaba pensando que: en 2008 me vieron totalmente descontrolada, en mi peso máximo, claramente demacrada y abatida (las fotos lapidarias lo confirman); en 2009 me vieron más flaca, porque logré bajar un poco y estaba más o menos como estoy ahora; me sentía re diosa en un vestidito que compré chico y nunca antes me había entrado; en el 2010 había vuelto a engordar un montón, pero en noviembre me había puesto de nuevo a dieta, así que me vieron un par de kilos arriba sobre el 2009, pero mucho más insegura con mi cuerpo, más tapada; y este año espero que me vean ligeramente más flaca que en el 2009. En este momento estoy como estaba en febrero de este año, que me faltaban adelgazar casi 5 kilos. Si logro mantenerme a raya hasta Navidad, quizás pueda aparecer a los ojos de quienes me ven una vez al año que estoy equilibrada. Sin embargo, me da una rabia espantosa pensar que la gente que me ve todos los días no se creen ese verso, ya que ellos ven mis fluctuaciones, mis subidas, mis bajadas, mis vestiditos apretados y mis camisas gigantes, en suma, mi descontrol.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Buscando la virtud moral aristotélica: el elusivo punto medio

Esta mañana me levanté y había aumentando 400 gramos. Gran frustración. Respiré hondo y le di para adelante. El miércoles toca anotar en mi tablita el peso, y ahí veremos el saldo semanal. Me peso todos los días para mantenerme controlada, pero el avance lo tengo que medir en períodos más largos, porque diariamente el peso fluctúa por imponderables como retención de líquidos o haber ido o no al baño, etc. Nuevamente tuve que recordarme a mi misma "bajá la ansiedad, nena!!".
Hice las cosas bien hoy, y comí:

  • Desayuno: café con leche y mi yogurt
  • Almuerzo: tartita de calabaza y una ciruela
  • Media tarde: dos cafés con leche y un durazno
  • Cena: hamburguesa light con puré de calabaza y en un rato me voy a comer unas frutillas

Soy consciente de que esto es más una dieta de mantenimiento que de descenso, pero bueno, es lo que me puedo proponer hoy de manera realista cumplir. Por otra parte, sé que lo de comer 600 calorías diarias, cero harina y cero azúcar como hice la última vez, no es la mejor manera de perder peso. Es la más rápida, seguro, pero no genera hábitos alimenticios sanos y sustentables, y mi rebote olímpico lo demuestra. Quizás esta forma moderada de adelgazar sea una opción. Por el momento, mi meta es hacer algo, no importa qué. En otras oportunidades, como soy muy metódica, me gusta tener un plan, con reglas, pautas, listas, etc. [Neurótica, yo? Nooo...] Esta vez iré viendo cómo pintan las cosas, sin presiones ni exigencias inalcanzables.
Fuente: uned.es

Aristóteles lo tenía muy claro y definía la virtud moral como la "disposición voluntaria adquirida (hábito) dirigida por la razón y que consiste en el término medio entre dos vicios". Parece que en la antigüedad tenían las cosas muy claras, y todas las esculturas griegas parecen demostrarlo, no? Quién no querría estos abdominales??



domingo, 20 de noviembre de 2011

El dilema del supermercado: aprender a comer


Hoy estuve mucho más disciplinada que ayer, y compensé un poco el exceso de sábado. Recapitulo:
  • Desayuno: café con leche
  • Almuerzo: milanesa de soja con calabaza
  • Media tarde: dos tazas de té y un yogurt con frutillas
  • Cena: una zanahoria cruda a modo de entradita, dos salchichas light y puré de calabaza, y frutillas marinadas en jugo de naranja de postre

Lentamente voy desinflándome, aunque por supuesto no al ritmo que querría. Me mido todos los días los pantalones, esperando un cambio sustancial en mi talle, y cuando corroboro que todavía cuesta cerrarlos, me frustro. Qué falta de perspectiva, carajo! Empecé esta dieta hace (cuatro?) días –y ni siquiera pasé la prueba de hacerla al 100% el primer fin de semana que me agarró—y yo ya quiero ver resultados! Soy de terror.

Carrito fuera de control!!!!
Hoy fui al super, tarea que no solo me da fiaca sino que además me confronta con mi total ignorancia hacia cómo debería ser una alimentación balanceada. Siempre termino comprando lo mismo: una calabaza grande para hacer puré y congelarlo en porciones para toda la semana; proteínas varias para hacer con el puré, todas congelables (como salchichas light, hamburguesas light, pechugas de pollo o kani kama); lácteos varios (no puedo vivir sin leche, yogurt y queso, aunque trato de prescindir del queso) y fruta. Trato de variar el tema de los vegetales y compro alguna cosa que se pueda cocinar, fraccionar y congelar. Típicamente remolachas, espárragos, champignones, espinacas, y cuando ando con tiempo, hago lasagna de vegetales en grandes cantidades para fraccionar. Como se vino el verano, ya hay tantas frutas ricas, y no tengo que limitarme a comer manzanas y peras. Así que hoy me stockeé para la semana y compré duraznos, ciruelas, sandía y varias cosas más.

Como sigo en modo adelgazamiento, me limito a comprar esos alimentos, y está bien que no salga de ahí. No hay mucha vuelta para bajar de peso. El tema es que cuando llegué a mi peso ideal y pasé a hacer dieta de mantenimiento, me di cuenta de que no tengo training en cuestiones alimenticias.
En casa de mis padres había un repertorio de unas 15 a 20 comidas, con suerte, que iban alternándose. Muchas tarta de jamón y queso o de choclo, pastas, milanesas con puré…

Cuando me independicé y tuve que empezar a cocinarme, repetí un poco esa dinámica, aunque con un presupuesto menor, y menos tiempo. Hacer puré? Hacer milanesas? Ni hablar. Las tartas me ayudaron a zafarla bastante bien, porque hacía una tarta y comía cuatro veces (eso también tenía sus contras, porque estaba siempre comiendo lo mismo, el gran problema de vivir solo). Como ahora era yo la que elegía qué comprar, era más consciente de evitar ciertas cosas, como la crema de leche (trataba de evitar las pastas, o las hacía con salsa de tomate casera), la mayonesa (que en mi casa consumíamos por vía intravenosa, más o menos…) y los fiambres.

Cuando empecé a ganar más plata empecé a salir mucho a comer y a pedir comida hecha, tanto al mediodía como a la noche, porque además empecé a tener cada vez menos tiempo para cocinar, ya que me la pasaba laburando. Y por supuesto las largas horas de trabajo vienen acompañadas por stress, que a su vez se traduce en más comida. Por esa época estaba en pareja, y mi novio no ayudaba, sino que por el contrario por poco me metía la cuchara en la boca. No le echo la culpa a nadie, la que perdió el control fui yo, pero nuestra relación no era muy sana –ni entre nosotros, ni con la comida—y encontramos en el morfi una forma de obtener la satisfacción que nuestra relación ya al final no nos proporcionaba.

Eventualmente decidí adelgazar, y bajé mucho de peso, hasta que llegué a pesar lo que peso ahora (que hoy me parece muchísimo, pero la primera vez que adelgacé, me parecía un peso muy agradable). Por supuesto eso no duró, porque no cambié mi relación con la comida, y porque todavía tenía un montón de “rollos” (y no en la panza, justamente) que solucionar. Me tomó un año, pero fui a terapia, hice mucha introspección, entendí de dónde vienen mis mayores miedos y frustraciones con mi imagen corporal y el sobrepeso, y me saqué el lastre del ex novio, que venía arrastrando junto con los kilos.
Recién ahí adelgacé en serio (entre noviembre del año pasado y marzo de éste). Y el 2011 fue mi primer año de adulta haciendo un esfuerzo consciente de alimentarme mejor. Empecé a mirar programas de cocina para sacar ideas saludables, tomando nota de cosas básicas, desde técnicas de cocina a ingredientes desconocidos. “Uy, mirá, la mina hizo puré de coliflor, y le puso nuez moscada, y parece igualito a un puré de papas. Voy a probar de hacer eso.” No creo haber probado coliflor jamás en casa de mis padres. Bueno, durante muchos meses fui aprendiendo y llenando mi cocina de técnicas, verduras varias, condimentos, armando una alacena decente y aprovisionando el freezer de comidas hechas por mi.

Después todo el esfuerzo se me fue a la mierda, en parte por causas emocionales, porque volví a la necesidad del chupete alimentario, pero también en parte por no haber logrando encontrar un punto medio entre el modo dieta (verduritas + proteínas + frutas y yogurt) y una alimentación sana, balanceada y variada. En cuanto empecé a ir introduciendo cositas engordantes, como tostadas, mermelada, queso blanco, algún postrecito o flan light, quesos, etc., volqué. Porque no tuve punto medio. Si compraba un paquete de tostadas, me las bajaba en dos días. Si compraba un queso port salut, volaba en poco tiempo. Siempre con cosas light, pero aún con cosas así me mandaba atracones. Si hacía el postrecito de 6 porciones, me las comía a las 6 en una sentada. Y eventualmente dejé de caretearla, no fui más al super y recurrí al combo de Mc Donald’s o al kilo de helado.
My doom...
Quiero poder ser una persona normal, que compra un paquete de papas fritas por si viene gente, y efectivamente guarda el paquete en la alacena hasta que vienen visitas, y no se lo come apenas llega del supermercado. Quiero poder comprar cosas engordantes y dosificarlas en forma moderada. ¿Por qué no puedo tener 200 grs de pategras en la heladera por si una noche me quiero comer un cachito con una copa de vino? ¿Por qué hasta que no se acaba, no lo dejo en paz al pobre queso? (Noto que mis ejemplos vienen mucho por el lado de los quesos…).

Creo que si logro adelgazar y mantenerme, sólo va a ser cuando pueda lograr este equilibrio. La mitad de los blogs que leo dicen que el equilibrio lo logran de dos formas: (i) eliminando ciertos alimentos gatillo (en muchos casos, el gluten); o (ii) haciendo varias sesiones de ejercicio por semana. Vamos a ver qué adopto yo. Sé que tengo una asignatura pendiente con el deporte, un poco por falta de tiempo y otro sencillamente porque lo odio. Eventualmente me avendré a ir al gimnasio, baby steps. 

sábado, 19 de noviembre de 2011

Ser gorda en verano apesta (y algunas reflexiones sobre la imagen corporal)


Grave error esta mañana. Como es sábado, me desperté, vi el día hermoso que hacía, y me hice un café con leche gigante, que me tomé tranquila leyendo el diario. Nunca desayuno en casa. Siempre me levanto, voy al baño y luego me peso. El café lo tomo ya en el trabajo, en general. Así que no me pesé. Cuando me percaté de mi error, ya no me quería pesar. Porque si el café con leche me agregaba medio kilo de líquido, me iba a deprimir. Así que me pesé, y después pesé la taza llena de agua, y deduje esos gramos de mi peso. Y menos mal, porque eran como 600 gramos! No es joda!!! Restando esos 600 gramos, mi peso de esta mañana estuvo bastante bien.

Por ser sábado también, la comida estuvo bastante desprolija. Arranqué bien (con el café con leche ya mencionado) y seguí bien con una milanesa de soja y puré de calabazas, más un durazno a media tarde. Pero a la tardecita me junté con algunas de las chicas, y bueno, hicimos lo que hacen las mujeres cuando se juntan los sábados a la tarde: comimos. Ahí le metí un té, una tostada con queso crema abundante, varias fetas de queso y una porción de ensalada de frutas. Para el modo atracón en el que venía la semana pasada, un lujo; pero para la dieta sin harinas que estoy queriendo intentar, es un reprobado. Espero que no me gatille la locura y vuelque nuevamente. La idea es no cenar más que un caldo y a lo sumo un postrecito.

Hoy hizo un calor de morirse, y la verdad es que me costó vestirme. No es que no quepa en la ropa de verano, pero mostrar tanta carne –o mejor dicho, grasa—me despierta todas las inseguridades. Estoy segura de que la gente cuando me ve no piensa “ah, la pelota, qué mina gorda”. A la gente le importa tres pitos, nadie me mira, la que voy pensando que todo el mundo me mira soy yo. Entonces surge el gran dilema: si me pongo poca ropa (léase, polleritas o shorts y musculosa), así estoy más fresca, la paso mal porque me persigo y estoy incómoda con mi cuerpo; o me pongo algo que me cubra y me de seguridad, pero la paso como el orto del calor y me chivo todo. Llegué al ascensor con la opción A, pero al verme al espejo me volví y me puse la opción B.

Por suerte no pasé tanto calor, pero me sentí bastante inadecuada con mi ropa y conmigo. Había minas mucho más gordas que yo, minas con mucho menos ropa, y nadie se hacía problema. ¿Por qué no puedo sentirme cómoda en mi propia piel? No me refiero a ser una gorda feliz y ponerme a subir kilos sin culpa. [No celebro la actitud de esas minas que dicen “peso 150 kilos y soy hermosa, acéptenme como soy”. No me jodas, tenés un bruto problema de salud, nena. Seguro sos hipertensa, tenés diabetes, problemas del corazón, y la vas a palmar antes de los 50. Tampoco me va la onda de que el mundo se tiene que adaptar a vos que sos gordo, porque si no te están discriminando. No te voy a construir un asiento de avión más grande porque no entrás en uno. No te voy poner un carrito eléctrico para que recorras las calles sin agitarte, como hacen en Disney (los yanquis sí que están mal del mate). No te voy a amoldar la realidad para que no te sientas mal con tu gordura. Sentite gordo. Agitate. Pagá dos asientos. A ver si te das cuenta que tenés un problema de salud, y te avenís a hacer algo al respecto.] 

No, me refiero a sentirse cómoda con lo que tengo: un flor de traste, un respetable flotador, un incipiente pantalón de montar y bastante celulitis. En la panza no tengo rollos, sino que se me hace redondita, tipo embarazada de 5 meses. Es un problema, porque más de una vez me ofrecen el asiento en el colectivo y me vuelvo loca de la rabia, pero al menos la bajo con facilidad: en cuanto largo la harina, la panza se achata bastante (aunque el flotador no se va). Cuando llegué a mi peso mínimo, que estaba objetivamente espléndida, igual estaba super insegura. Entiendo que fue la primera vez que estuve flaca luego de por lo menos 4 o 5 años de mucho sobrepeso, y que por lo tanto era lógico que me iba a tomar tiempo amigarme con mi imagen corporal. Cuando uno está gordo, está recubierto de una gran capa de grasa que te da seguridad (paradójicamente) porque te protege del rechazo. Con mis kilos de más yo estaba fuera del mercado, y por lo tanto “a salvo” de ser rechazada. Cuando los kilos se fueron, me sentí mucho más expuesta. Ahora había que ver qué onda, y si un tipo no me daba bola, ya no le podía echar la culpa a los kilos… Poco a poco me fui soltando, y empezando a disfrutarme más. Me compré pilchas atrevidas –que al comienzo me puse sintiéndome medio rara, pero luego me fui habituando—y salí con algunos tipos, me animé a “volver al ruedo”, llamémosle. [El tema sexo pufff, ni hablemos, da para un post completo.] Creo que cuando alcancé el pico de seguridad fue justo cuando tuve una especie de desencanto amoroso, porque no se dieron las cosas con un tipo al cual yo le había puesto un par de fichas. Y ahí comenzó el declive, ahí volví a morfar, evidentemente para protegerme de nuevo.

Pero bueno, asumiendo que vuelva a bajar y me mantenga, necesito encontrar la forma para quererme como soy, con la celulitis, con las arañitas, con mi gran orto. Es el envase en el que vine, después de todo, no? 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Un poco de historia: cómo llegué hasta aquí


So far so good. Vengo con cuatro días de dieta, no impecable, pero decente. Hoy comí:
  • Desayuno: lo de siempre
  • Almuerzo: calabazas asadas con arroz y queso
  • Media tarde: dos cafés con leche y un durazno
  • Cena: todavía no comí, pero pienso hacer algo 100% vegetariano, tirando un montón de porquerías en el wok con salsa de soja

No more junk for you!
Me noto mucho más desinflada, y entro de nuevo en los pantalones, aunque todavía no puedo respirar (quién necesita respirar, de todas formas…). No me pidan que me siente o me agache, porque me quedo en bolas o sale expedido el botón, pero al menos QUEPO. Con una semana más así, voy a estar en un peso aceptable. Con aceptable quiero decir que no me desagrado a mi misma. Paso de ballena a foca, digamos.

De ahí en más, y con la auto-estima menos apaleada, redoblaré los esfuerzos para llegar a un peso agradable, en el que me sienta cómoda y pueda disfrutar del verano. Para Navidad capaz que hasta logre ponerme algún vestidito lindo de los del año pasado.

Estuve viendo mi tablita, para ver en cuánto estaba el noviembre pasado. No me acordaba que la dieta en serio la empecé un 23 de noviembre, así que hace un año pesaba casi 7 kilos más que ahora. Eso no quiere decir que ahora esté bien, porque unos tres o cuatro meses después llegué a pesar 5 o 6 kilos menos que ahora. No sé si el peso más bajo al que llegué, que fue más o menos por marzo o abril de este año, es muy sustentable para mi. Por ahí con bajar 4 kilos estoy.

Cuando llegue a ese punto veré cómo encararlo de forma diferente esta vez. Claramente el mantenimiento me falló. Al principio seguí haciendo lo mismo que venía haciendo (evitar la harina y el azúcar) pero aumenté la cantidad. Luego fui agregando de a poquito algunos hidratos. En vez de la ensalada sola, comía la ensalada con un pancito, por ejemplo. Y poquito a poquito fui agregando cosas. Durante un par de meses me mantuve más o menos equilibrada en unos 2 kilos arriba de lo mínimo que llegué a pesar. Y después me fui yendo de tema. Empecé una especie de subi-baja: hacía dos o tres días desprolijos, típicamente el fin de semana, y luego me disciplinaba de nuevo. Lentamente, pero fui subiendo de peso. Y no tengo muy en claro cuándo, pero en un momento me bandeé y volví a mis viejos hábitos de atracones. Terminé pidiendo empanadas y helado a domicilio, comiendo hasta que no podía más. Y ya no pude parar.

Toqué fondo hace una semana y empecé este blog. Todo este año estuve siguiendo varios blogs y eso me inspiró a iniciar el mío. Sigo un par muy copados, de minas que bajaron mucho de peso y ahora la reman todos los días. En general son yanquis, porque son miles, entonces hay blogs de cualquier cosa, y porque los americanos tienen un problema de obesidad impresionante. Algunas reportan lo que comen, para tener que sincerarse (“accountability”, es decir, tener que rendir cuentas), otras cuentan el ejercicio que hacen (asignatura pendiente en mi caso) y otras van contabilizando lo que bajan (o suben). Yo todavía no me avengo a poner por escrito mi peso, aún cuando se trata de un blog anónimo. Qué tarada, no?

Lo que todos los blogs tienen en común es que sus autoras empezaron a escribir porque necesitaban un sistema de apoyo, un grupo de gente con quien compartir y que te entienda. Coincido en que es fundamental y el éxito de la dieta depende de contar o no con esa contención. En mi caso, el año pasado iba a reuniones, que me re sirvieron, pero ya no puedo asistir. Y las extraño, me hacen falta. En el mundo exterior soy simplemente una gorda a la que le gusta morfar, que no se puede controlar a sí misma. Siquiera pensar en hablar de la dieta y el sobrepeso con mi gente cotidiana me pone de la nuca. En cambio, en el grupo soy una persona entre muchas, todos con los mismos quilombos y desórdenes alimentarios. La gordura no es tema de joda, es una enfermedad y una lucha permanente.

Así que los blogs –el mío y los que sigo—se han convertido en el reemplazo de los grupos. Hay algunos muy buenos, que recomiendo ampliamente si leen inglés (ver listita completa en la columna de la derecha, y en particular hoy leí este post sobre lo que gatilla un atracón, muy bueno). Y bueno, si alguien está leyendo este post, hola! Gracias por ser mi nuevo grupo de apoyo. Saludoss!

jueves, 17 de noviembre de 2011

La harina y yo: relación amor/odio


Día 3 desde que corté con el exceso nefasto que venía experimentando. Hoy considero un gran logro haberme resistido a dos fuentes de tentación importantísimas: 1. Medialunas, y 2. Buffet de comida caliente y postres de todo tipo. Tuve dos ocasiones laborales, una a la mañana y otra a la noche, en la que había DE TODO. Y logré sobrevivir y no tentarme. El total del día fue:
  •  Desayuno: café con leche y yogurt con frutas
  • Almuerzo: milanesas de berenjenas y porción de puré de calabazas
  • Media tarde: café con leche y un durazno
  • Cena: una copa de vino (a eso ya no pude resistirme) y un yogurt Ser de lemon pie

No es exactamente un día “en regla”, pero ey, demasiado bien! 

Creo que es muy importante haber dicho no a las medialunas, que son definitivamente mi perdición. Cuando pienso en cuál es la comida que más me pierde, me delira, son las medialunas. Masa. Harina 100%. Hay gente que le da al dulce, otros que no pueden vivir sin carne. Lo mío es la harina. Pizzas, pastas, empañadas, tartas, todo lo que tenga aunque sea un poquito de masa. Y las medialunas son tooooodo masa!

Ultimamente sé que no tengo un sano punto medio con la harina. O la elimino totalmente o en cuanto toco una miguita, me vuelvo loca y vuelco. Atracón total. Es chotísimo, porque una persona equilibrada debería poder involucrar harina en su dieta, al igual que azúcar y otros alimentos más enviciantes. Yo no puedo. Es terrible. Seriamente estoy considerando si, dado que no hallo el balance, no es mejor eliminarla del todo y llevar una dieta sin gluten. Así como hay vegetarianos, veganos, y qué sé yo, hay gente que voluntariamente –y no por celiaquismo—no come gluten. Hace tiempo que coqueteo con la dieta “paleolítica”, tan popular en USA. Aunque no sé si en el mercado argentino, con la poca variedad alimentaria que hay, es muy posible. Allá tienen de todo gluten free, corn syrup free, refined sugar free y no se limitan a galletas de arroz!

Por ahora tengo que adelgazar. Ya veré cuando llegue a un peso aceptable cómo encaro el tema mantenimiento, ya que este año mi método evidentemente no funcionó.

PD: sé que las milanesas tienen rebozado de pan, y ahí hay harina. Pero era el morfi que tenía y me lo comí. De todas formas es un avance con respecto a lo que venía comiendo y creo que no resetea mis dos días de corte. En todo caso, la semana que viene introduciré más ensalada a mis mediodías. 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Corte - día 2


Ok, segundo día de desintoxicación… exitoso! Hoy comí:
  • Desayuno: un café con leche y un yogurt light con colchón de frutillas
  • Almuerzo: algo así como una lasagna de vegetales (básicamente vegetales grillados apilados y un poco de queso)
  • Media tarde: un café con leche, un durazno, y luego otro café con leche
  • Cena: una salchicha light, dos espárragos, media remolacha y puré de calabaza
Yes I did!!
Puedo decir que estoy mucho más tranquila. Aunque pasé momentos de mucha hambre, ya me siento menos ansiosa. Hasta diría que estuve más productiva en el trabajo que lo que he estado ultimamente. Recuperando lentamente una sensación de control sobre mi misma.

No logré cumplir mi objetivo de no pensar todo el día en el sobrepeso, sin embargo. Arranqué la mañana con 20 minutos de probarme ropa que me aprieta, sin encontrar qué ponerme. Definitivamente no me había dado cuenta que había engordado, me dejé estar, y mucho. Me probé un par de polleras “de gorda” que casi había descartado que jamás volvería a usar, y de pedo que me cierran. Quepo, pero me siento una ballena embarazada. Así que me puse mi uniforme de siempre, uno de los dos pantalones que me entran y no me dan ganas de llorar cuando me miro al espejo.

Hoy agarré la tablita en la que el año pasado, semana a semana, fui anotando la evolución (¿o involución?) de mi peso. Anoté lo que peso hoy y voy a empezar a registrar mi peso en ese papelito semanalmente. Un poco para matar la ansiedad, y no estar pensando en la evolución del peso de forma diaria. Eso no significa que no me vaya a pesar todos los días (es la única forma de mantener la gorda a raya), pero me pone en perspectiva un poco de que la dieta es algo que toma tiempo, que hay que sostener con paciencia. Típico de gordo que uno se deja estar meses y meses, y cuando finalmente decide adelgazar, quiere todo ya! Es mi caso, por supuesto: quiero bajar en dos patadas todo mi sobrepeso; quiero retomar el gimnasio y correr lo que corría antes, a pesar de que ya no tengo estado; quiero tonificar todos los músculos caídos, particularmente el traste, que está chocando con los talones; quiero salir a comprarme ropa de flaca. Y van dos días de dieta. A duras penas. Tranquila, nena, bajá un cambio.

Así que tengo que tomármelo con un poco más de calma, o en dos días más tiro todo por la ventana, frustradísima. Por lo pronto, esta noche voy a revolver mi placard y encontrar qué ponerme mañana, así no repito el mini meltdown de esta mañana. 

martes, 15 de noviembre de 2011

Corte - día 1


Confirme lo prometido, recapitulo lo que comí hoy:
  • Desayuno: un yogurt light con colchón de frutillas
  • Almuerzo: una milanesa de soja con puré de calabazas
  • Media tarde: un café con leche, litros de pomelo light
  • Cena: caldo, dos salchichas light, tres espárragos y puré de calabazas 
Hice las cosas bien y la verdad es que me siento un poco menos ansiosa. Es un paso. Mañana otro paso. Baby steps. Los primeros dos días de corte son críticos. Luego uno se empieza a sentir bien, más tranquila, menos dominada por esas ganas enfermizas de llenarse la jeta con todo lo que se cruza.  Es puramente fisiológico, ya que se acaba la tiranía de la dopamina y la insulina.

En línea con lo de decía en el post de ayer, hay que pensar menos y hacer más. Me estaba acordando cómo hice para adelgazar en su momento –que tenía que bajar mucho más y nunca había tenido realmente mucho éxito con las dietas—y fue así: sin pensar. En esa época también estaba haciendo terapia, y me acuerdo que mi psicóloga me dijo que no pensara todo el tiempo, que los “planteitos” los ventilara ahí. Es decir, que el espacio semanal de terapia fuera el momento para pensar todas esas boludeces, pero que no ocuparan mi cabeza el resto del tiempo.  No es sano, definitivamente, estar dentro de la cabeza de uno mismo mucho tiempo. 

Ahora que no voy más a terapia, aplicaré su recomendación a este blog, que será mi nuevo mecanismo de catarsis.  Este va a ser mi momento diario de pensar en mi dieta, en si estoy o no gorda, en cómo me siento con mi cuerpo, en qué estoy haciendo y voy a hacer por mi salud, mi físico, etc. El resto del día, no. Pensamiento que aparezca dieta-relacionado será reprimido y evacuado por la noche frente a esta pantalla.

Mañana, día dos del corte. Deséenme suerte. 

Como las gordas de Botero

Qué hacer cuando uno se siente así?
Hoy tuve un atracón, al igual que varias veces en las últimas semanas. No tengo muy en claro qué lo gatilló. Lo cual es una mierda, porque no sé cómo pararlo. En realidad los que saben dicen que no hay que sobre-analizar las causas, el aspecto psicológico. Se te murió el perro y estás triste? Pobrecita... comé, comé, estás justificada. Te peleaste con tu jefe? Ah, claro, te entiendo, bueno, no importa, el lunes que viene empezás. En realidad uno debería primero cerrar la boca, empezar por lo físico. Lo cual lleva a que uno se sienta bien, y luego puede, tranquilamente, analizar qué pasó y cómo no repetirlo. Suena más fácil de lo que es llevarlo adelante, de todas formas.
Me estoy yendo a dormir asqueada, físicamente y ni te cuento emocionalmente. Mañana intentaré cortar con este ciclo, y para ser responsable de mis actos, a la noche voy a postear una lista de todo lo que comí. Veré si mañana me puedo ir a dormir odiándome menos...

lunes, 14 de noviembre de 2011

Auto-bienvenida

Hoy es mi primer día en la blogósfera (¿existe esa palabra?). No escribo para nadie en particular, sólo para mi. Si hay alguien ahí afuera leyendo, genial (hola!). Como el título de este blog lo indica, o pongo por escrito algunas de las cosas que pasan dentro de mi cabeza, o reviento. Literalmente, voy a estallar. Toda mi vida he tenido problemas con la comida, pasando por períodos de restricción, períodos de exceso descontrolado, algunas etapas más equilibradas, pero el tema siempre está presente. Me como mis emociones. Como para no sentir algunas emociones que prefiero no sentir. En cualquier caso, como. Hace un par de años decidí cambiar eso, perdí mucho peso, y ahora lucho todos los días por mantenerlo. No siempre lo logro, fluctúo, tengo atracones, vuelvo a cagarme de hambre, y así... Pero lo intento. Intento tener una relación sana con la comida, intento cocinar de forma sana y amigable con mi salud, intento redescubrir mi cuerpo y sentirme cómoda en mi propia piel. Estoy aprendiendo todo de cero, dejando de lado malos hábitos inculcados e interiorizados como propios por años. En este espacio intentaré plasmar mi aprendizaje, hacer un poco de catarsis cuando la realidad me supera y me quiero comer todo lo que veo, y quién sabe, ya veré en qué forma esto me aporta en mi crecimiento. 
Bienvenida a mi misma!