lunes, 30 de julio de 2012

A duras penas... pero aguantando

No me mandé ninguna cag*ada hoy. Hice todo en regla, aunque me costó un perú. Yogurt + café con leche a la mañana, caldo + vianda + kiwi al mediodía, una pera y otro café con leche a la tarde, y caldo + vianda + un litro de jugo Clight hace un rato.
Mañana voy a intentar reducir un poco más la porción, meter algo más fresco en vez de dos viandas. Pero hoy necesitaba simplemente efectivizar el corte con la harina para despegarme, el resto se verá.
Mi peso de hoy después del atraconazo: 66,3 kg. Nerds... Pero no importa! A mirar para adelante. Dos días de corte con mucha fruta, una pasadita por el baño y vuelvo a la carrera.
Voy a poder controlar mi ingesta todos los días de esta semana, salvo el viernes. Tengo gran almuerzo gran en el laburo, y por la noche after office. Ahí vamos a ver cómo me las arreglo, pero una cosa es seguro, y es que si no estoy bien plantada y fuerte para ese entonces, me va a llevar puesta. Tengo tres días de "concentración" hasta entonces.

domingo, 29 de julio de 2012

Análisis estadístico de mis atracones

Foto: nbaapuestas.com
Terminé de publicar el post anterior, denunciando mi último atracón y buscando las causas, y se me ocurrió mirar los posts para atrás hasta el último atracón que hubiera tenido. Y qué curioso: resulta que el anterior atracón me lo di cuando llegué exactamente al peso en que estoy ahora (65 y pico) y justamente un fin de semana que fui a casa de mi madre. Oh casualidad.

El tema de mi vieja ya lo comenté, pero la coincidencia de peso entre mi peso actual y del anterior atracón sugiere una nueva causa: el saboteo previo a llegar a la meta. Y esto lo relaciono con el tema de la autoestima, la femeneidad y la relación con el sexo opuesto. Me explico: si estoy gorda, estoy fuera del mercado, no me expongo a que me rechacen, porque me excluyo sola, abajo de los kilos y adentro de mi departamento. Si adelgazo, me preocupo por mi imagen, me arreglo, me compro ropa, vuelvo al mercado, me expongo. Y si aún así me rechazan, me hago pelota. Fue un poco lo que me pasó la vez pasada que adelgacé tanto. Había por entonces un potencial candidato que me rondaba, y a pesar de la mesoterapia, el gimnasio y gastos millonarios en la remil pilcha, no pasó naranja. Fue una gran decepción y tuvo como consecuencia que tirara todo a la mier*da. El suceso del sábado pasado con el sujeto que rajaba la tierra puede haber funcionado, inconscientemente, como un recordatorio de la anterior vez que me expuse y me salió mal. Y yo que creía que esta vuelta tenía más herramientas que la anterior, se ve que sigo siendo igual de vulnerable. 

Habrá que persistir: en el grupo de los gordos de ayer habló una chica con desordenes alimentarios bastante más graves que los míos (pastillas, internaciones), una ex deportista que se veía obesa con 58 kilos. Su percepción de sí misma claramente está muy jodida, y lo que le decían era que tiene que permanecer un tiempo largo en "su" peso (concepto que me resulta muy esquivo, pero eso será materia de otro post) y que recién ahí logrará amigarse con su imagen. Supongo que eso a mi me falta todavía.  Pasé muy poco tiempo en los 62s-63s la vez pasada, y recién estoy volviendo a las proximidades de ese peso. Por "llegar" no me voy a sentir automáticamente mejor ni me voy a ver bien. Supongo que por eso también me resulta imposible disfrutar del descenso, de verme cada vez mejor, de ir sintiéndome gradualmente más liviana en el proceso, aún antes de llegar a "el" peso. Porque aún cuando llegue, toma tiempo adaptarse. De nuevo, no queda otra. A respirar hondo y a aguantar...

Atracón: buscando las causas


Bueno, mi último post resultó premonitorio: no se puede andar pelotude*ando porque trae consecuencias, y en mi caso MUY graves. Como la última vez que escribí fue después del fin de semana pasado, tengo bastante para recapitular. Acá va:

Luego del finde de excesos me enderecé el lunes y anduve bien hasta el miércoles a la noche. Fuimos a cenar con mi vieja y dos amigas suyas a un restaurant pipí cucú. Me abstuve de la panera, y pedí pescado, pero hubo unos picoteos fuera de reglamento: un bocado de fainá que trajeron de entrada, dos endivias rellenas con queso azul, nuez y reducción de aceto y miel (la cosa más maravillosa que he comido en años), y una feta de tostón. Me explico: el pescado venía con una tostada de pan tipo lactal pero gordo como tres fetas juntas, medio dorado en manteca y ajo. Lo fui pellizcando hasta que decidí cortarme una feta, disfrutarla y punto. Además, el pescado venía en una especie de salsita que debía tener crema de leche, y comí un bocado de un crumble que se pidieron el resto. Ah! Y dos vasos de sauvignon blanc. Ahora que lo escribo todo, suena muchísimo, pero no lo era... para alguien que está manteniendo! Obviamente no para mi, y sobre todo por el tema PAN.

Al día siguiente tuve almuerzo con clientes, y a pesar de que pedí una ensalada muy light y sin condimentos raros, me comí el pancito de acompañamiento. Jueves a la noche, finalmente, volqué. Los mini desbordes se acumularon y enfrentada con una parrillada, me llevó puesta. Comí una empanada de carne frita, una porción de entraña con ensalada, algunas papas fritas, dos vasos de malbec, y la peor parte: dos panes. Logré abstenerme de pedir postre, pero a la vuelta, en un kiosco, mi vieja compró un helado de chocotorta, un alfajor de maicena, bombones y almendras. Me comí un mordiscón de cada cosa, y casi medio tarrito de almendras, de esos altos, hasta que me las acabé. Si hubiera habido más, me las seguía comiendo.

El viernes hice las cosas super bien, incluso a pesar de haber estado luchado internamente media mañana en contra de una medialuna que me miraba desde el centro de la mesa de la sala de conferencias en que estuve reunida. 

El sábado fui a la clínica, anoté mil cosas, reflexioné sobre por qué había volcado, lo entendí, y a la tarde me volví a ir al carajo. Té con platón de frutas, quesos y dos tostadas de semillas con queso blanco y miel. Compartido con mi amiga, no fue mucho, pero seguía jodiendo con el pan. Y a la noche toqué fondo: me tomé un vino con otra amiga, que me eliminó todo freno inhibitorio. Volvía caminando a casa, pasé por un kiosco y me compré un alfajor chocoarroz y un paquete de galletitas de arroz, que me comí entero, untado con queso blanco, y cuando se me acabó eso, con mayonesa. Compré esas galletas --y no unos twistos, por ejemplo-- porque pensé que si me iba a atracar, que al menos no fuera tan grave, que no fuera con harina. Pero finalmente luego de comerme hasta la última galleta inmunda, me volví a cruzar a en frente a comprar medio kilo de helado LIGHT. Caradura. Me comí hasta los dos cucuruchos que te meten en la bolsa. 

Foto: t3.gstatic.com
Hoy me siento un excremento humano, pero todavía no la cagué. Me desperté tarde y no almorcé, me comí una banana, y hace un rato unas frutillas con yogurt. Pendo de un hilo, así que ojalá pueda hacer las 48 horas de corte y no me sumerja en un espiral de atracones del que no pueda salir hasta recuperar todo el peso perdido.

Hecha la recapitulación fáctica, vayamos a las causas, ¿qué me pasó? Múltiples posibles interpretaciones, o capaz varios factores que contribuyeron y la sumatoria pudo más. El descontrol empezó el fin de semana pasado, así que habrá que comenzar por ahí y ver qué pasó.

Pasé todo el finde con mi vieja, a la que ya les he contado que no quiero participar de mis decisiones alimentarias, ni de imagen, ni nada por el estilo. Al no explicar que estaba en la dieta sin harinas, hubo cosas a las que no "pude" decir que no sin que se notara. Excusas, no? Lo que pasa es que mi vieja puede ser muy insistente. Ella es una gorda desbordada sin control que permanentemente busca cómplices para sus excesos y luego busca responsables de sus atracones. Durante todo el finde estuve en una constante lucha por ponerme límites a mi misma, pero al mismo tiempo también tuve que luchar en contra de poner límites a mi mamá. Normalmente ya me cuesta solita mi alma tomar la decisión correcta, acá tuve que luchar en dos frentes, sumando a los embates permanentes de mi mamá. Más lo pienso y más bronca me da. Salto al miércoles y de nuevo lo mismo, casi puedo escucharla insistiendo durante casi 15 minutos que alguien compartiera con ella un postre, que se terminó pidiendo sola (el crumble al cual le di un bocado). El jueves la escena que hizo porque no pudo pedir postre fue digna de ver. Una nena caprichosa parada en la vereda a punto de largarse a llorar hasta que logró irse al kiosco y comprar todas esas golosinas que enumeré. Me dio asco, la odié. Y entonces por qué yo también me prendí? Por qué en el punto en que más me desagradó verla fue cuando bajé la guardia y me comí un millón de almendras hasta que me dolió la panza?

Segundo factor involucrado, qué predecible que soy: un tipo. Salí el sábado pasado y estuve charlando con un tipo que rajaba la tierra. Me fui chocha a mi casa porque me hubiera dado bola un tipo así, pero obviamente una semana después no ha vuelto a llamar. Mi interpretación del suceso fue inicialmente “positiva” (notar la comillas, que no son casuales). Pensé: “che, debo haber adelgazado bastante, y debo estar bastante bien si un tipo como este considera que estoy lo suficientemente buena como para querer darme masa.” Por supuesto, subyacente en el pensamiento está que el tipo está totalmente fuera de mi liga, y que sólo puede querer g*rcharme y nunca nada más. De hecho, no muy subyacente, sino más bien ostensible, está también la sorpresa porque siquiera considere g*rcharme. Cuando no volvió a llamar, no me deprimí, porque en el fondo prácticamente lo justifiqué. El interés del tipo era esa noche, porque era lo que había, lo que encontró a mano, pero no había ninguna chance de que tuviera interés en continuarlo más allá de esa vez. Nuevamente intenté racionalizarlo como que era un “boost” para mi autoestima que un pibe así se hubiera fijado en mi. Pero luego del atracón de anoche evidentemente tengo que sincerarme conmigo misma y admitir que debo seguir odiándome, a pesar de estar más flaca, si es que puedo llegar a pensar y creerme todas estas construcciones que estoy relatando. Una mina con un cachito de autoestima se hubiera permitido fantasear con el tipo, ilusionarse con que llamara, y enojarse si finalmente no llamaba. No fue mi caso.

Hubo otros factores? Supongo que el tema del alcohol no ayudó. Normalmente aún a pesar del consumo de harina hubiera podido parar un atracón. Pero el pedo te quita todo límite, toda inhibición, y enfrentada con la decisión, fue mucho más fácil decidir irme a la mierd*a.

Así que acá estoy. Agarrada a la silla, con miedo de siquiera rumbear por la cocina por lo que pueda llegar a hacer. Rompiéndome la cabeza para ver cómo hago para no dejar que este tropezón me pegue para el lado de la depresión. Determinada a no volver a dejar que suceda el efecto “contagio” con mi vieja, pero con pocas pistas sobre cómo meterme en personaje de mujer sexy y creérmela lo suficiente para que un desencanto mínimo no me cagu*e a palos la autoestima. Respiro hondo

lunes, 23 de julio de 2012

Desarreglos y ajuste

Vengo a sincerarme respecto de mi fin de semana y pasar en limpio la serie de transgresiones que cometí. Ello con el propósito de recapitular y tomar conciencia de que fueron muchas, y no volver a repetirlas, cortar, y emprolijarme de nuevo, aunque adelanto que la historia tiene final feliz.

El viernes arranqué el día con un peso inusualmente bajo: 65,6 kg! La alegría de ver ese número me mantuvo motivada durante la cena del festejo del día del amigo, pero al mismo tiempo pienso que aproveché que tenía "margen" para tomarme algunas licencias. Pedí una ensalada de rúcula, manzana verde, queso de cabra y almendras y nueces tostadas. Hasta ahí más o menos bien, salvo que además me tomé TRES fernets (aunque con Coca Light, obvio). El sábado no me pesé por la mañana porque me levanté en un horario que no es el que yo me peso y no quise especular. Comí una ensalada de rúcula, champis, tomates secos y salmón ahumado, pero le saqué la mayoría del salmón, que estaba feo. Por la tarde un yogurt ser con frutas. Por la noche vino la segunda transgresión GRANDE: pedí a medias para compartir una entrada de langostinos apanados (me habré comido cuatro, pero eran grandotes). Fue un gran sacrificio no untarlos en la salsa tártara que venía de acompañamiento (ni comer pancito con dip que trajeron antes de la entrada). De plato principal un salmón grillado con roll de zuchini relleno de champignones y un poco de queso cheddar arriba, también compartido, así que solo medio plato. Todo acompañado de un vinito malbec, también a medias. Aunque el menú fue excesivo para la porción Ravenna, y encima le metí dos copas de vino, cosa que decididamente no está permitida, creo que fue una conducta bastante razonable, digamos. Pero la transgresión fue grande porque COMÍ HARINA: el rebozado de los langostinos, que era bien gordo y masoso (y delicioso como la put*a que lo parió). Por la noche, fui al boliche y clavé TRES Fernets más. El desarreglo continuó al día siguiente: parrilla. Pedí un filet de pollo a medias, con puré de calabaza de acompañamiento, pero probé unas cebollas en escabeche, y unas lentejas y porotos en escabeche (un bocado de cada) y la porción del pollo era el doble que la de Ravenna. Por la tarde tomé un té con leche, y ya el descontrol y la falta de límites se empezaban a notar. Había chocolatitos mini para acompañar el café, pasta frola, muffins y almendras. Comí dos almendras y un chocolatín. Y después me dejé de joder. A la tarde no comí más nada, ayudada por el revuelto que me quedó en la panza de tanto Fernet, vino y descontrol. Recién me comí un yogurt ser firme a la noche, cuando me dio un poco de hambre. Hoy ya volví a la rutina y corté con el exceso. Vuelta al ruedo y prolijita. El saldo de la jodita... CERO. No subí nada. De hecho, esta mañana me pesé y clavé unos maravillosos 65,2 kg!!!!!! Nuevamente y como siempre, espero que no se trate de una anomalía provocada por el solo hecho de que ayer prácticamente no cené. En cualquier caso, como ya estoy de vuelta en la buena senda, no debería mañana pesar mucho más. Por suerte cumplí el propósito que me había puesto el otro día de que el fin de semana, más los festejos del día del amigo, etc, no me hicieran subir por sobre 66,2 kg. Quien diría que iba a terminar incluso un kilo más abajo que eso, no?

Hecha la correspondiente recapitulación, lo que salta a la vista y hay que extraer como moraleja, es que es MUY fácil irse al caraj*o. Que uno relaja un chachitín y al otro día es un cachitín y medio, y así sucesivamente. La conducta que desplegué probablemente sea más o menos razonable durante el mantenimiento, pero no debería serlo para el descenso. Quise ponerlo por escrito porque como finalmente bajé de peso, no quiero engañarme y pensar que lo que hice el fin de semana estuvo bien solo porque no me trajo consecuencias. Así que eso. Saludossss.

jueves, 19 de julio de 2012

Reflexiones sobre la omnipotencia y el orgullo

Sigo en 62,2 kg! Pude mantener ese numerito que me sonaba artificialmente bajo y que atribuí a haberme parado torcida en la balanza! Mi meta es el lunes pesar exactamente eso, 62,2 kg, y ni un gramo más. 


Porque hoy arrancan los diversos festejos del día del amigo. Tengo un almuerzo hoy, una cena mañana, un té el sábado a la tarde, y programa con mi mamá el domingo. TODO involucra comida. Pero bueno, la vida es así. Es socialmente casi una regla que uno se junta a comer o a chupar algo. Siempre. Y es uno de los grandes placeres de la vida, así que no pretendo cambiar esos hábitos en mis amigos. La que me tengo que limitar y evitar tentar soy yo. No voy a pedirle a mi gente que me ayude, que me tengan especial consideración, que no me sometan a situaciones que me puedan hacer descarrilar, como hacen otros gordos a dieta. A mi no me sirve, me siento una idiota, siento que me tienen lástima, que me sobreprotegen como a una nena tonta que sola no puede controlarse. 


Por eso no participo a nadie de mi dieta, y no por otra cosa. En el grupo de los gordos cuando uno oculta que está a dieta de otros, tienden a interpretarlo como una forma de no hacerse cargo, porque si nadie sabe, nadie se entera si la abandonás tampoco. Es una forma de no comprometerse del todo, de poder borrarse y hacerse el bolud*o si las cosas salen mal o si la voluntad flaquea. Ese no es mi caso, no es por eso que oculto mi dieta. Es por esto que venía diciendo, de que no quiero la compasión de nadie, que me resulta paternalista y peyorativa (omnipotente, yo? nahhh...) y porque además no quiero opiniones ajenas. No quiero deditos levantados, gente diciendo "tenés que hacer así, tenés que hacer asá". De nadie. Ni de otros gordos, que adelgazan medio kilo y ya la tienen clarísima y te dan cátedra, con un aire de superioridad que me da por el ort*o. Ni de flacos, porque sus consejos parten de un enfoque sano hacia la comida, y por lo tanto no me van a servir nunca, y porque aparte me hace sentir patética, ver que ellos pueden controlar el tema de la comida y yo no. 


"I'm not your project!"
 al estilo Tai para Cher en Clueless
Ahora que lo pongo por escrito veo que hay una buena dosis de orgullo en mi opción de no contar. Es llamativo. La vez anterior que adelgacé, recuerdo que era muy influenciable. Había un colega de trabajo que me había adoptado como "proyectito". Me decía "vos te tenés que dejar el pelo largo", "tomá un poquito de sol que quedás más linda", etc, etc. Antes de adelgazar yo lo interpretaba como actos de bondad, "qué buen pibe, cómo se preocupa por mi", pero cuando empecé a adelgazar me empezó a molestar, "qué soy yo? una gorda loser que el pibe tiene que "arreglar" como acto de bondad?". Fuc*k me, no way! Y empecé a oponer resistencia, a decirle un poco que se metiera en sus cosas y que no quisiera arreglarme mi vida. Pienso, relacionado con eso, que esta vuelta tengo más fuerza. Que no me siento tan la pobrecita sin herramientas para tomar las riendas de su vida y su alimentación. En este tiempo he hecho mucha terapia, he explorado el tema de mi imagen corporal, de mi femeneidad, mi sexualidad, y creo que cuando adelgace no me voy a sentir tan vulnerable y tan expuesta como la primera vuelta. De hecho, estoy como intrigada a ver cómo manejo las cosas esta vez, y parte de mi desea exponerse, y hasta que las cosas me salgan mal, para ver cómo reacciono. 

Pesarse todos los días vs. pesarse una vez por semana?

[NOTA: este post lo escribí ayer, pero recién hoy lo subí.]


Estoy medio densa con el seguimiento del peso, me doy cuenta. Pero es que finalmente estoy viendo numeritos que me agradan y lo quiero festejar!!! Ya que no le cuento a nadie de mi vida "real" (como opuesto a mi vida bloggera), no tengo otra que postearlo minuto a minuto. 

Recuerdan que anteayer estaba bastante preocupada porque no sabía si el 666 era un error de la balanza, y ayer estaba preocupada por haberme comido esa ensalada fuera del plan? Esta mañana me fui a pesar rogando que el número se mantuviera, cualquier cosa con tal de no subir. Y clavé un 66,2 kg! No lo podía creer. No solo no subí, sino que bajé 400 gramos. 

Nuevamente, ya empecé a pensar que no puede ser. Que seguramente se debió a que me paré mal en la balanza, medio de costeleta. Así que hasta me intenté autoconvencer de que no me tengo que confiar en ese número, ya que seguramente mañana voy a ver un número más realista, cuando me pese derecha. (¡¿?!) Si, ya sé que soy una idiota, que veo siempre el vaso medio vacío. Es que supongo que tengo miedo. Miedo de entusiasmarme, de pensar que estoy en camino, y por otro lado miedo de desilusionarme si al otro día vuelvo a ver un número más alto. 

Debería sacarme un poco la presión de pesarme todo el tiempo? Alguna gente se pesa una vez por semana nada más, lo cual los ayuda a no volverse obsesivos con el seguimiento del peso, y a poner distancia con la comida, con el peso, con los "rollos" (los de la cabeza, no los de la panza). Pero a mi me da miedo que si no me controlo todos los días, puedo darme mayores "permisos" sin ver totalmente las consecuencias. En la clínica hablan de que hay que estar siempre "atentos". Pero no sé dónde termina la atención y comienza el trastorno obsesivo compulsivo, la verdad. En mi caso, tanta atención sobre el problema hace que lo ponga en el centro de la escena, que no piense casi en nada más, que me enfoque en éso a todo o nada anulando otras cosas en mi vida, que maquine permanentemente en el sobrepeso, mi imagen, la dieta y todo lo dieta-related, y que quiera todo YA. Entonces, cuál es la respuesta? Creo que por el momento, y hasta tanto no llegue a mi peso de fluctuación, prefiero cierto nivel de obsesión que el riesgo de irme a la mierd*a.

martes, 17 de julio de 2012

Resistir la tentación. Hoy: "ensalada" de gambas

Por suerte hoy sigo en el bonito número de 666. No fue una anomalía estadística, ni un error en la balanza el de ayer. Así que buenísimo!
Mi plato era algo así
Versus algo así
Hoy fui a comer con mi jefe, a ese lugar super rico que les contaba. Pedí una ensalada de gambas, pensando que iba a ser lo más discreto del menú, pero el plato de ensalada no tenía nada finalmente. Era un plato completo de gambas al vapor, flotando en aceite con perejil. Me las comí a todas, previo escurrirles el aceite a cada una en el costado del plato. No comí pan ni postre, sólo un cortadito al final. The boss, en cambio, se pidió una tortilla española babé con chorizo, y de postre una natilla catalana con caramelo y canela. ALTA envidia, pero no me tenté. A pesar de que mi porción estaba fuera de lo que puede contener una vianda de Ravenna, considero que mi comportamiento fue un éxito. Recién busqué en CalorieCount.com cuántas calorías tiene lo que me comí. Es medio difícil calcularle porque los tipos pesan en onzas, pero aproximadamente debe haber tenido como 200 calorías de gambas y algo más de aceite, no sé. Acabo de cenar mucho más liviano que de costumbre, comí una micro porción de tortilla de espinacas light. Más bien una feta que una porción, diría. Un caldito antes y un litro de jugo Clight de postre. Así que estoy llena como un sapo, pero en media hora más vale que me duerma, porque se va a digerir en muy poco tiempo y me voy a cantar de hambre.


Espero que mañana la remil put*a balanza no me cobre este mini exceso, porque tengo el pesaje de los miércoles, y el peso se anota en la tablita. Necesito un buen descenso para mostrar que estoy enganchada en el grupo de los gordos!


Atención que ya está definido el lugar de la salida del día del amigo, y no es muy adelgazamiento-friendly, me parece. Ésa va a ser la verdadera prueba de la semana. A respirar hondo.

lunes, 16 de julio de 2012

666 - CHOCHA!

Hoy a la mañana pesé 66,6 kg! Finalmente apareció el 6, y con toda la furia. No un tímido 66,9, sino 66,6! GROSSO. Me entusiasma ver este número porque la vez que había bajado tanto 66 era mi cota superior, y debía fluctuar entre 64 y 66. Me da mucho miedo entusiasmarme tanto porque puede tratarse de una anomalía estadística como la que me pasó el otro lunes (el pasado, no, el anterior) que clavé un peso super bajo, que al otro día ya se había esfumado, y luego me tomó la friolera de 10 días volver a bajar un gramo respecto de ese peso. Típica pesimista, en vez de disfrutar el número ya estoy preocupada por volver a subirlo. Pero bueno...

Esta semana me la voy a ver complicada. El miércoles tengo almuerzo con mi jefe, que le gusta morfar que da calambre, y la elección de restaurant fue hecha por él. Vamos a ir a un lugar donde las opciones light son prácticamente inexistentes, y donde todo es más bien para compartir. Veremos cómo me las arreglo para no arruinarle el plan de compartir un tapeo y obligarlo a comerse toda una tortilla de papa solo. Además, el viernes es el día del amigo, y hay planes de gran comilona por la noche. Ahí no sé cómo voy a hacer para que no se note que estoy dietando. 

Como ya dije varias veces, me revienta participar a la gente de mi descenso, y en particular a alguna gente. No porque sean mala gente, al fin y al cabo estoy hablando de personas con quien voy a pasar el día del amigo, pero gente que no entiende mi tema con el peso. Ejemplo: hay una que bajó unos 8 kilos y los mantiene a fuerza de mucho ejercicio. Bajamos más o menos en la misma época, pero yo me volví a ir a la mierd*a, mientras que ella se mantuvo. Y todo este tiempo siento que me da cátedra, alardeando de cómo a ella la gimnasia le hace bien, y de que ella se mantiene porque lo bajó de a poco, comiendo de todo, y no a fuerza de restricción total (léase, el método Ravenna). Y me hincha un poco. Cuando hemos salido a almorzar juntas ultimamente, siempre como algo light del menú, aunque un poco excesiva la porción. Como se trata del almuerzo, no he llamado la atención todavía por mis elecciones y no me han preguntado si estoy a dieta. Seguramente se de cuenta de que estoy bajando, porque ya recibí otro comentario en la oficina de que estoy más flaca, pero al menos ella no ha acusado recibo. Mejor así. El viernes, que se trata de una cena, ya no creo que pueda caretearla mucho. Van a querer chupar, comer algo más que una ensalada de mediodía, y comer postre. Tendré que decidir cómo manejo este tema, y si denuncio o no denuncio, pero haga lo que haga se va a notar: romper la dieta no es una opción. El fin de semana seguirán los festejos con otro grupo de amigos, al que tampoco quiero denunciar... Anyway. Jodido.

Por suerte el 666 motiva como loco y hace que valga la pena el frío que estoy pasando. Y me coloca mucho más cerca de un peso en el cual podría pensar en aprovechar las liquidaciones!!

domingo, 15 de julio de 2012

Frío constante

Brrrrrrr!
Foto: thevoiceforthevoiceless
Un efecto secundario de la dieta es que me muero de frío. Lo cual, en el contexto de una ola de frío polar no es muy divertido. Anoche dormí abajo de una lasagna de frazadas. Sábana, frazada de polar, frazada gruesa de esas viejas, el plumón, y arriba un acolchado español grueso puesto doble! Camisón, medias, calzas y buzo de polar. Radiador eléctrico en el cuarto y bolsita de agua caliente en los pies. Pero igual me canté de frío. A eso le sumo que en mi edificio hay loza radiante controlada por le consorcio (es decir que no puedo regular el calor --o mejor dicho el frío-- de mi departamento) y muy malas aberturas, que dejan entrar un chiflete (y por momentos viento) permanente. No hay burlete adhesivo que aguante. Así que ahí ando, con la persiana cerrada en pleno día para que no entre frío, lo cual es super deprimente, porque no veo ni la luz del sol. Tengo el hornillo y una velita prendidos, el radiadorcito, y estoy hirviendo calabazas para que el calor de la hornalla contribuya a calefaccionar el ambiente. Edesur y Metrogas, perdónenme, pero estoy podrida de tiritar todo el día y de no sentir los deditos de los pies.

A pesar del humor de perros en el que me sume este frío, esta mañana la balanza me hizo un giño y me tiró un numerito que hace un tiempo no veía: 67 en punto. NICE! Debo aclarar que me levanté más tarde de lo normal, y ahí pueden haberse ido unos 200 gramos, no sé. La cuestión es que arranqué con buenas y renovadas energías para seguir bien con la dieta. Ayer en el grupo de los gordos se habló de desdramatizar, dejarse de joder con las justificaciones y de hacer más y pensar menos. En eso ando.

Pegó la "stanflation" que acosa al país por casa también, y decidí no comprar las viandas, que salen un ojo de la cara. Me fui al super ayer y me stockeé de lácteos y proteínas varias, y luego fui a lo de mi verdulero amigo y llené un chango de verduras y frutas. Intenté implementar todos los conocimientos adquiridos a través de El Gourmet sobre recetas sanas y livianas, cociné en cantidades industriales y freezé porciones de cada preparación como para pasar todo el invierno. Hoy que seguramente no salga de casa ni por casualidad, continuaré con otro tanto que me queda por cocinar. En la semana la verdad es que no tengo tiempo para nada y me da fiaca empezar de cero a hacer, no sé, ratatouille. Así que ese es mi programa de domingo: ratatauille, libro, y mucho cafecito caliente.

Si alguno tiene sugerencias de recetas sin harina, son bienvenidas. Sobre todo alguna con berenjenas, que compré una bestialidad y ya no sé qué inventar para aprovecharlas. Gracias!

jueves, 12 de julio de 2012

Me cambió el humor... finally!!

Bueno, respiro más tranquila, hoy bajé un poquito: 67,2 kg. Ayer me hizo bien ir a la reunión de los gordos. Necesitaba realmente una cachetada que me volviera a poner a tono. A pesar de que en ningún momento pensé seriamente en tirar todo por la borda, ya estaba empezando a pel*tudearla. Adelantando los horarios de las comidas, agregando cositas, comiendo afuera sin dividir en dos la porción, etc. El descenso de esta mañana me hizo muy bien como motivación para redoblar esfuerzos, pero sobre todo me cambió el humor. Después de 10 días de estancamiento, arrancar el día con esa buena noticia me predispuso de otra manera. Mejor humor, menos dramatismo. Estoy lista para seguir en carrera, y este fin de semana me voy a probar los jeans chupines. Tengo dos pares de chupines, que me compré pesando alrededor de 65. Me los seguí poniendo a medida que aumentaba, hasta alrededor de los 67, y luego creo que no entré más. Ya puede que entre en uno de ellos, el más blandito, aunque no en el otro, que es más oscuro y de tela más dura. Parecerá re estúpido, pero pensar que pronto voy a volver a entrar en esos jeans es todo un hito. El peso que me resta bajar para entrar cómodamente es mínimo y aún así lo veo como un tocazo. Y son dos kilos. Me preocupa que me sigo viendo horrible, empezamos de nuevo con esta historia: más bajo, más me miro, más duramente me juzgo, y mi autoestima no sube en proporción equivalente al peso descendido. El sábado voy a ver si me quedo al taller de imagen corporal, así laburo un poquito este tema. Y seguiré yendo a Pilates, a ver si marcando un poco la musculatura me veo más linda. Por ahora si estoy marcando músculos, todavía están enterrados abajo de bastante grasa. Pero cuando baje un poco más, LA pucha que voy a quedar de 10! Ja!

miércoles, 11 de julio de 2012

Destapando los problemas escondidos abajo de los kilos

Hoy de nuevo sigo en 67,7 kg. La frustración en niveles insostenibles, al punto que casi tiro la toalla. Me llevé toda mi comida al laburo: un yogurt para la mañana, otro para la tarde, y la vianda para el almuerzo. Pero a las 11 am ya me había tomado dos cafés con leche, un té, un vaso de jugo de naranja, uno de agua, y mi yogurcito, y seguía ansiosa. Llamó una amiga para ir a almorzar y fui a meter la vianda en la heladera para que quedara para mañana. Derechito al restaurant, y pedí una pechuga caprese (léase con queso gratinado, tomates y un aliño de aceite con albahaca), acompañado de ensalada de lechuga, tomate y huevo. El doble de la ración de la vianda. Me contuve de comer pan de la panera, pero de puro pedo. Luego me clavé un cortado en jarrita. Y al volver a la oficina, a la hora ya me estaba comiendo el yogurt de la media tarde.

Olla en ebullición!
Foto: siquieroentoncespuedo
La desmotivación que viene con estos 10 días sin descensos está siendo acompañada, crecientemente, por una leve sensación de depresión. Sacar el foco de la comida, recuperar la lucidez, hace que pueda ver con mucho más claridad algunos aspectos de mi vida que no me gustan ni un poquito. Y la primera y principal es que estoy muy sola. Mientras estaba comiendo no me dolía tanto, porque convengamos que si hay que darse atracones, la mejor receta es hacerlo con total impunidad. Un fin de semana promedio me clavaba unas medialunas por la tarde, un delivery de empanadas a la noche, y un cuartito de Freddo, y me iba a dormir pipona sin siquiera plantearme "uy, es sábado a la noche, no debería estar disfrutando de la noche como la gente de mi edad?" Abatida por la culpa de los atracones es muy difícil poder pensar en otras cosas, aún en lo que esos mismos atracones están haciendo que uno se pierda. Porque mi teoría es que justamente para eso uno busca esos atracones, para tapar los problemas con kilos. Para sentir el efecto estupidizante de la dopamina.

En este fin de semana que pasó, que encima fue largo, se me patentizó bastante que estoy muy sola. Me empecé a dar manija que tengo muchos conocidos pero pocos amigos de verdad, que mi familia está lejos, que no tengo pareja, etc. Me agarró el síndrome Miranda, en ese capítulo de Sex and the City en que se atraganta con comida china y casi se ahoga, y frikea porque piensa que si se hubiera muerto, nadie la hubiera encontrado hasta que apestara su cadáver en todo el edificio y su gato le hubiera comido toda la cara. Dramática yo? No, ni ahí. Pero un poco me jodió pensar en quedarme encerrada todo el fin de semana mirando televisión, dejando que mi juventud transcurra, sin vivirla. El put*o invierno y este frío polar no ayudan. Así que me dije a mi misma "aunque no tenga con quien compartir mi vida, no quiere decir que tenga que vivir encerrada", y me armé mil programas en solitario. Fui al cine, fui a caminar, me fui con mi libro a leer en un café, fui de shopping. Y la verdad es que me sentí más sola que si me hubiera quedado en mi casa.

Hoy fui a terapia y estuve hablando de esto, y la interpretación a la que llegué -- o a la que me condujeron medio de prepo-- fue la siguiente: soy una co-dependiente (chocolate por la noticia). Adicción que anda dando vuelta yo me la pego. A medida que me deshago de una, me agarro de otra distinta. El pucho, luego la comida, luego mi ex, luego mi mamá, luego la comida de nuevo. Habiendo superado mi co-dependencia con la comida (o al menos estando en proceso de ello) estoy a la pesca de un nuevo objeto. Pareja no tengo, al pucho no vuelvo, y tengo muy en claro que a mi mamá tampoco. Entonces parece que me pego a mis amigos. Y cuando me faltan, como por ejemplo durante un fin de semana largo que todo el mundo raja a hacer mini turismo, me quedo sin "chupete". Será tan así? No lo sé. No creo que estar solo, y aprender a estar solo en mi caso sea algo deseable. Como le dije a la mina, si hay algo a lo que tiendo es al ostracismo voluntario. Si hay algo en lo que tengo que trabajar es a aprender a abrirme, a relacionarme, a generar vínculos. Y no a quedarme en casa con el control remoto. Pero el punto que sí tiene es que antes, cuando me quedaba sola tipo ermitaña, era siempre con comida. Sin comida, es otra cosa, y es una situación nueva. La cuestión es que decidí que aunque me cueste un huevo, tengo que salir de mi comfort zone (léase, mi casa) y explorar el mundo. SOLA. Hasta que no duela. Hasta que se me haga natural. Hasta que me guste. Hasta que la posibilidad de compartirlo con otro sea un PLUS, pero no una CONDICIÓN.

martes, 10 de julio de 2012

Estancada y arrancando la semana como la Tana Ferro (como el or...)

Niveles de frustración en alza histórica. En la última semana no bajé un gramo, e incluso subí algunos. La balanza me devuelve un peso siempre igual, y a veces 100 gramos arriba, a pesar de que no cometa ninguna transgresión. Siento que me estoy cag*ando de hambre, privando de mil cosas, y no obtengo resultados.

A ver, intento una recapitulación de los "excesos" de la semana, para ver si justifican un estancamiento. Y pongo la palabra excesos entre comillas, porque no estamos hablando de visitas a Mc Donald's, cuartos de helado ni delivery de empanadas. El viernes fui a almorzar con amigos y pedí unas berenjenas gratinadas. La porción claramente superaba la viandita y además tenía un poco más de aceite del que una dieta liviana permite. Pero el resto del día anduve bien. El sábado también almorcé afuera de casa, pedí una ensalada de pollo. Pedí que me reemplazaran la palta por champignones. A la tarde circularon medialunas a montones por mi frente y no comí ninguna, me tomé tres cafés al hilo para evitarlo. A la noche comí vianda en casa. El domingo fuimos al cine, y no comí pochoclo como el resto, y cuando hicimos la cola de Café Martínez, no pedí ni la torta de chocolinas, ni el rogel, ni el muffin, ni la cheescake que me hacían ojitos desde el mostrador. Pedí un café con leche, que seguramente no era descremada, pero era el mal menor, y seguramente no iba a repercutir excesivamente en la balanza. Lunes comí yogur, vianda, yogur, vianda. Debo decir que a lo largo de la semana pasada me comí también medio kilo de frutillas, a razón de 4 / 5 frutillas por noche, ya que mi nutri me dijo que agregara una fruta chica de postre o me iba a constipar. Aunque eso me debe haber agregado unas calorías, debería haber repercutido positivamente igual por ir al baño más seguido. Además, seguí yendo a Pilates religiosamente, el sábado caminé muchísimo, y otro poco el domingo, y el domingo a la mañana hice gimnasia con un profesor que me mató (hoy es martes y sigo sin poder agacharme sin llorar un poquito de lo que me tira la parte de abajo de la pierna; según la Wikipedia, el bíceps femoral, aparentemente). ENTONCES??

Cómo puede ser que aumente? Un poco de queso extra en unas berenjenas y un café con leche no descremada equivalen a subir de peso? Qué va a ser de mi cuando esté en mantenimiento? Estoy enojaaaaaaada. Pero ejercitando mi tolerancia hacia la frustración. No voy a hacer la pelotudez de tirar todo a la mierda porque no bajé una semana. En todo caso habrá que redoblar esfuerzos. Pero no puedo evitar arrancar la semana como el orto, como dice la Tana Ferro. 

miércoles, 4 de julio de 2012

Pesaje y recapitulación de miércoles

Hoy a la mañana pesé lo mismo que ayer: 67,8 kg. Me enculé. Sigo enojada porque el otro día vi 67,4 y me recontra emocioné, solo para que al día siguiente la put*a balanza me quitara nuevamente la alegría. Y me enojé igual esta mañana, a pesar de que no era lógico que hubiera descendido nada, porque ayer empecé a incorporar fruta de postre, a recomendación de la nutricionista, y era incluso esperable que al haber incrementado la ingesta hubiera un pequeño ascenso. Pero nada de eso le importa a mi irracional, ansiosa y empecinada psique: yo quería un descenso que no llegó.

Fui a la clínica y denuncié mi peso en la puerta, pero en el grupo no tenían mi peso anterior, así que no supe exactamente cuánto había bajado en la semana. Dije que creía haber bajado entre 800 gramos y un kilo, algo así. Y es que ultimamente estoy tan pendiente de las fluctuaciones diarias que ya no me acordaba de mi peso del miércoles pasado. Acabo de repasar el post del miércoles pasado, y resulta que estaba en 69,2 kg. Es decir, que en una semana bajé 1 kilo 400 gramos. No es moco de pavo! Equivale a haberme toda esta manteca del cul*o:

500 + 500 + 200 + 200 = 1,4 kg!
Moraleja: una vez más, tengo que bajar la ansiedad, alejarme del objeto y obtener un poco de perspectiva. Cómo cuesta, mamita querida... Para recapitular: he bajado 4 kilos 200 gramos desde que arranqué, lo que más o menos luce así:
Un montón de manteca!
Respecto de mi cuarto y último desafío de la semana, finalmente no tuve que someterme a esa prueba. El almuerzo de laburo super gordo que anticipaba se canceló, al igual que otro almuerzo con amigos al que le tenía un poco de miedo. Así que salí invicta de mis sucesivos escollos.

Ahora, el almuerzo de amigos se pasó para mañana y el de laburo para el martes que viene. No es que ya pasó el peligro del todo, sino que solo se pospuso. Pero no sé por qué eso me da un poco más de relax. Como que la semana que viene voy a estar más fuerte para afrontar esas tentaciones. Qué bolud*a, no?

Bueno, se viene un fin de semana largo y tengo que prepararme. No tanto para el fin de semana en sí, que no me representa muchas tentaciones (fundamentalmente porque no voy a ir de mi vieja). Pero voy a ir a la clínica el domingo o el lunes, así sigo enganchada y me mentalizo para la semana que viene, así afronto mis sucesivos almuerzos gordos con un poco más de fuerza de voluntad.

martes, 3 de julio de 2012

Malditas balanzas!!

POR QUÉ??!!!
Esta mañana me subí a la balanza con pavor, temiendo un aumento. El descenso del fin de semana parecía desproporcionado con el poco tiempo transcurrido, y cuando algo is too good to be true, puede que no sea del todo true. Y así fue: 67,8 kg. Blurgh! No importa! Un poco de perspectiva: igual estoy abajo de los 68sss, lo cual ya es MUY positivo, y la semana pasada pensaba que me iba a costar más, y que iba a empezar a bajar a razón de 500 gramos por semana. 

Determinada a que el dato no me arruinara la mañana, partí rumbo a la nutricionista sin desayunar, sin tomar ni un café, ni un vaso de agua, por poco sin cepillarme los dientes, para que cuando ella me pesara no me diera un número más alto. Pero me pesé y la balanza de la clínica me dio 68,2 kg. Y la remil! Nuevamente, elijo no ponerme mal por el número. Yo siempre me peso en mi casa, y es el peso de mi casa el que contabilizo. Repetiré en mi cabeza todo el día el mantra de "tolerancia a la frustración". El número de la balanza de la mañana no puede determinar mi estado de ánimo durante el día, media pila.

Continué la mañana desayunando un delicioso yogurt casero con un café con leche de máquina también super rico. Me compré una de las viandas más suculentas para este mediodía. Camino al subte compré frutillas, que me dijo la nutricionista que agregara frutas a mi dieta. Y a la noche tengo pilates. Así que bien, tranquila, tratando de seguir haciendo las cosas bien. Porque mañana... se viene el cuarto desafío! El más difícil de todos!

lunes, 2 de julio de 2012

Fin de semana superado!



Desafío número tres: otro éxito rotundo!

Sobreviví dos días en casa de mi vieja sin atracones, sin contagio, y sin mayores explicaciones respecto de mi dieta. Comí todo muy en regla, y aunque no hubo ejercicio de ningún tipo, la balanza esta mañana pegó un salto inusitado (para abajo): 67,4 kg!! Será que finalmente fui al baño, o que el sábado me canté un poco de hambre porque espacié demasiado las comidas, o que como el domingo me levanté tarde me ahorré el desayuno, no lo sé.  Pero hoy estoy VERY contenta con el peso que registré esta mañana. 

La convivencia fue dura, eso sí. Constantes ofrecimientos de comida de todos los colores, que rechacé al principio sin explicaciones y sin bronca, al final ya un poco ofuscadita por las constantes agresiones. Hacía un tiempo que no me veía y se sorprendió de mis dimensiones. Me dijo "no estás mal de peso", a lo cual la respondí que no, que en efecto estoy "normal", como le dije por teléfono. Era una mentira burda, estoy claramente adelgazando, pero no quise decirle que estoy yendo a la clínica. A la noche salí con mis amigas y tomé una coca light y un café, pero al otro día cuando me preguntó qué habíamos pedido, dije que habíamos compartido unas tortas y tomado unos tragos. Por qué la necesidad de mentirle? Para que no sepa que estoy a dieta y me empiece a controlar o meterse en mis decisiones. El domingo comí muy de dieta pero quise que pensara que estaba simplemente compensando por el exceso de la noche anterior. No sé si se chupa el dedo, no me importa. Si acusa recibo del mensaje "no quiero que te metas", tanto mejor. 

Hubo otro momento tenso, cuando empezó a decirme cómo me tengo que vestir. Porque ella mira no sé qué programa de "Dress for your body type" y sabe que cuando uno tiene cola grande, es mejor pantalones rectos y chaquetas cortas. Cuando habla de "uno" se refiere a mi, y el culo al que se refiere es el mío. Mensaje subliminal: "tenés el culo demasiado grande, tenés que vestirte de forma tal de disimularlo". Se ve que no aprobó Psicología 01 para padres, lección 1: "no le minen la autoestima a sus hijos", por el amor de Dios!! Hice oídos sordos, y la dejé hablando sola, me fui de la habitación. No voy a intentar decirle cómo pretendo que sea conmigo, no quiero confrontar más con ella por tener un ideal de madre que ella nunca va a ser. Pero tampoco tengo que escucharla, así que me fui. Nuevamente, espero que mi desdén y mi actitud de ignorar lo que estaba diciendo no haya pasado desapercibida, porque si acusa recibo, mejor todavía. 


Nociones inculcadas a lo largo de años...
Laburito duro y parejo!

Otra vez lunes, día que tengo libre por la noche. Otra vez me propongo retomar el gimnasio, aunque sé que me estoy predisponiendo a no tener éxito. Ya estuve pensando que en realidad tengo que aprovechar el hueco para ir al super, porque como no fui el fin de semana, no tengo nada en la heladera. Y necesito organizarme para la semana, comprar frutas, lácteos, etc. Podría tranquilamente hacer las dos cosas (gym + super) pero, ¿a quién engaño? No creo que eso suceda. 

Resta el último escollo de la semana, el miércoles, al que creo que se va a sumar otro almuerzo de laburo mañana. Así que respirando hondo para poder afrontarlo. El peso de esta mañana y la buena onda que me generó me va a ayudar, seguramente.

Se empieza a notar

[NOTA: este post lo escribí el viernes 29 de junio, pero no tuve tiempo de publicarlo hasta hoy]


Desafío número dos: sobrellevado con éxito!


Fui a la cena de laburo que tenía, pero primero fui a Pilates, comí mi porquería en casa y caí más tarde. Cuando llegué todos ya habían pedido, tenían sus cervezas, y al ratito cayó la comida. Como el servicio fue muy desprolijo, no comieron todos juntos, y nadie sintió la necesidad de preguntarme si yo comía, no comía, o si estaba a dieta, ni nada de eso. Todos comieron hamburguesas, rabas, bastones de mozzarella, y otras cosas gordas. Yo no comí ni tomé nada, salvo un shot de tequila que el agasajado invitó a cada uno de los asistentes. No quería tomarlo, pero pensé que no tenía muchas calorías (acabo de averiguar que son como 65 calorías, si lo hubiera sabido no me lo tomaba). Pensé que sería mi única transgresión, y que no tomarlo, por el contrario, evidenciaría que estaba haciendo dieta. Como ya he dicho en otros posts, tengo un tema con participar a la gente de mi proceso de adelgazamiento. Así como no quiero que se den cuenta que engordo, no quiero que se den cuenta que adelgazo. Y no es un tema de accountability (hay mucha gente que no dice que está a dieta para no generar expectativas y no quedar como idiota cuando no lo logra). No, es un tema de que siento que mis fluctuaciones evidencian mis estados de ánimo, mi vulnerabilidad, mi imposibilidad de controlarme. Sí, además de rollos en la panza tengo miles de rollos en la cabeza, ya lo sé. Así que a veces prefiero no denunciar nada. El otro día fui a un cumpleaños, y me ofrecían todo el tiempo comida. Si decía "no, gracias" iba a venir el inevitable "en serio no querés??" con incredulidad, a lo cual iba a tener que responder "estoy a dieta". Así que opté por decir "uy, qué rico, sí, ya me voy a comer 50, vos no te preocupes, yo me sirvo". Total después nadie te controla si te servís o no. Ayer creo que con mi caída tarde logré salir bastante airosa de la situación sin generar mayores sospechas. 

Anyway, la jodita por suerte no tivo consecuencias sobre la balanza y esta mañana marcó 68,6 kg, lo cual considero todo un lujo. Y eso que encima todavía no fui al baño. Espero que no haya sido una anomalía estadística porque me cuesta mucho tolerar la frustración de no bajar. 

El descenso se está empezando a hacer evidente, al punto que el pantalón que la semana pasada les conté que me pisaba, ya es imponible, así que pasé al pantalón del talle siguiente, que luego de un día de uso, ya se siente incluso sueltito. Evidentemente, y muy a mi pesar, la gente lo nota. Hoy me hicieron el primer comentario al respecto, que tengo la cara más angulosa, pero vino de la compañera de laburo que almuerza todos los días conmigo, que me ve que hace casi un mes que me traigo la viandita pijoter*a. Incluso a ella no le he admitido que estoy yendo a la clínica. Digo que traigo la vianda "porque me re soluciona el tema de la comida, es super práctica", pero que a la noche como cualquier cosa así que me mantengo. Patrañas. Pero bueno, con ella hay confianza. A mis más cercanas no les he contado tampoco, vengo haciéndome la boluda al respecto. Por ejemplo, si me invitan a salir en el horario que tengo los grupos, digo que "hoy no puedo juntarme" y no digo porqué. Los sábados o domingos a la mañana todo el mundo de todas formas asume que duermo hasta tarde, cuando en realidad arranco con el grupo y sigo con actividad física. Y así quiero que permaneza, porque si las participo todo el mundo siente que tiene derecho a opinar.

Bueno, me quedan dos desafíos más. El próximo ya mañana, que voy a casa de mi vieja. Otra que no sabe que estoy yendo a la clínica, y a quien especialmente no le voy a contar. No quiero efecto contagio, no quiero solidaridad, opiniones, nada. Va a ser difícil que no se de cuenta, no va a haber muchas formas de caretearla. Pero estoy determinada a no dar muchas explicaciones al respecto ni escuchar sus lamentos porque ella volvió a engordar de nuevo. Que cada cual lidie con su propia gordura. 

Forza!