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Olla en ebullición! Foto: siquieroentoncespuedo |
En este fin de semana que pasó, que encima fue largo, se me patentizó bastante que estoy muy sola. Me empecé a dar manija que tengo muchos conocidos pero pocos amigos de verdad, que mi familia está lejos, que no tengo pareja, etc. Me agarró el síndrome Miranda, en ese capítulo de Sex and the City en que se atraganta con comida china y casi se ahoga, y frikea porque piensa que si se hubiera muerto, nadie la hubiera encontrado hasta que apestara su cadáver en todo el edificio y su gato le hubiera comido toda la cara. Dramática yo? No, ni ahí. Pero un poco me jodió pensar en quedarme encerrada todo el fin de semana mirando televisión, dejando que mi juventud transcurra, sin vivirla. El put*o invierno y este frío polar no ayudan. Así que me dije a mi misma "aunque no tenga con quien compartir mi vida, no quiere decir que tenga que vivir encerrada", y me armé mil programas en solitario. Fui al cine, fui a caminar, me fui con mi libro a leer en un café, fui de shopping. Y la verdad es que me sentí más sola que si me hubiera quedado en mi casa.
Hoy fui a terapia y estuve hablando de esto, y la interpretación a la que llegué -- o a la que me condujeron medio de prepo-- fue la siguiente: soy una co-dependiente (chocolate por la noticia). Adicción que anda dando vuelta yo me la pego. A medida que me deshago de una, me agarro de otra distinta. El pucho, luego la comida, luego mi ex, luego mi mamá, luego la comida de nuevo. Habiendo superado mi co-dependencia con la comida (o al menos estando en proceso de ello) estoy a la pesca de un nuevo objeto. Pareja no tengo, al pucho no vuelvo, y tengo muy en claro que a mi mamá tampoco. Entonces parece que me pego a mis amigos. Y cuando me faltan, como por ejemplo durante un fin de semana largo que todo el mundo raja a hacer mini turismo, me quedo sin "chupete". Será tan así? No lo sé. No creo que estar solo, y aprender a estar solo en mi caso sea algo deseable. Como le dije a la mina, si hay algo a lo que tiendo es al ostracismo voluntario. Si hay algo en lo que tengo que trabajar es a aprender a abrirme, a relacionarme, a generar vínculos. Y no a quedarme en casa con el control remoto. Pero el punto que sí tiene es que antes, cuando me quedaba sola tipo ermitaña, era siempre con comida. Sin comida, es otra cosa, y es una situación nueva. La cuestión es que decidí que aunque me cueste un huevo, tengo que salir de mi comfort zone (léase, mi casa) y explorar el mundo. SOLA. Hasta que no duela. Hasta que se me haga natural. Hasta que me guste. Hasta que la posibilidad de compartirlo con otro sea un PLUS, pero no una CONDICIÓN.
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