jueves, 7 de junio de 2012

Pilates reformer, ¿serás para mi?


En tren de reconectarme con mi cuerpo y buscar algún tipo de ejercicio físico que me guste, lo cual no parece ser muy fácil, decidí anotarme en pilates. Hordas de mujeres de todos los tamaños y pesos hablan por el mundo las bondades de este método, ¿así que por qué no puedo ser yo una más de ellas? No parece que ser una sílfides sea un requisito para tomar la clase, ni tampoco tener mucho estado físico, así que, what the hell…
Foto: http://karinmendez.files.wordpress.com/2012/01/pilates-reformer.jpg
Debo admitir que desde afuera y sin haberlo probado esas máquinas me parecían instrumentos medievales de tortura, pero ahora que lo hice… confirmé mi primera impresión, ja! Cómo duele, la remil put*! Será que estoy totalmente atrofiada, y que la flexibilidad corporal nunca fue mi fuerte, pero soy chotísima, y se nota. Por suerte las minas que van están más preocupadas por charlar con la instructora sobre las boludec*es más inusitadas que se les ocurran que por mirarme a mi. Ya fui dos veces y pagué todo el mes, lo cual crea una presunción de que continuaré yendo. Espero que no sea como mi abono de gimnasio, que pagué todo un año y aún así no fui más de tres veces. Veremos. Reportaré periódicamente mi evolución (o involución) (o total deserción).

Actualización de estado dietístico: BIEN. Mejorando. Ayer fui al grupo nomás, lo que me sirvió para dejarme de joder esta mañana y hacer las cosas como se deben. Llegué a la conclusión de que soy una chica estilo “todo o nada”. No puedo negociar “es una tostadita, una solita”, porque acto seguido me como toda la panera, y esa noche pido media docena de empanadas para mi sola. Así que cero harinas, cero dulce. A cortar el síndrome de abstinencia y entrar en acidosis, carajo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dejame un mensaje!